Maquetación de una página para editorial de revista.
El otro día caminando, me asaltó la idea de que esa practica, la de divagar por las calles y llevarme recuerdos de algo que me gustó, se mantiene desde que, supongo, empecé a desplazarme por mi cuenta en la adolescencia.
La captura es la excusa para quedarme quieta observando y absorbiendo lo atmosférico, eso que parece que pasamos por alto o que no existe pero que está y condiciona.
Muchas veces me sorprendo de ser la única persona caminando por la calle, en un mundo sobrepoblado.
Juhani está preocupado porque dice que el aplastamiento visual, el ‘ocularcentrismo’ está haciendo que nos olvidemos de que estamos hechos de carne y que nuestra experiencia en el mundo es a través de ella. Le preocupa en tanto maneras de construir espacios y habitarlos. Dice que la vista es una extensión de la piel y que, es de ese gran tejido conectivo, que nos recubre y protege y nos da la posibilidad de lo táctil, de donde derivan todos los demás sentidos.
Yo pienso, tener tacto. Como cuando usamos esa expresión para decir que alguien es (o no) sensible. Ahí está: la capacidad de experimentar plenamente con los sentidos bien afilados todo lo que nos rodea. Por lo general, siempre estamos buscando estimularnos con algo externo, a veces porque no atendemos a lo surreal que es ya de por sí transitar este mundo con nuestro cuerpo, y otras porque el peso de la conciencia de lo mismo nos aplasta. Yo creo que las dos son como una especie de miedo, a veces más o menos presente.
Muchas veces me pregunto, si las personas además de desplazarse desde A hacia B, buscan la interacción con el espacio público. En una caminata solitaria es nuestro cuerpo el que habla con el entorno y nos dice cosas a medida que las descubre: un olor, por ejemplo. Aparece y nos hace pensar en él y reaccionar. Claro que, según ubicación geográfica la arquitectura cambia y se proponen diferentes maneras de habitarla. Extraño las plazas de césped cada 6 cuadras. Esas que están totalmente accesibles, directamente te las cruzas y no podes evitarlas. Proponen un respiro.
Las construcciones entonces, determinan nuestra manera de vivir y pensar, porque nos ofrecen o niegan experiencias, personales y colectivas.
La captura es la excusa para quedarme quieta observando y absorbiendo lo atmosférico, eso que parece que pasamos por alto o que no existe pero que está y condiciona.
Muchas veces me sorprendo de ser la única persona caminando por la calle, en un mundo sobrepoblado.
Juhani está preocupado porque dice que el aplastamiento visual, el ‘ocularcentrismo’ está haciendo que nos olvidemos de que estamos hechos de carne y que nuestra experiencia en el mundo es a través de ella. Le preocupa en tanto maneras de construir espacios y habitarlos. Dice que la vista es una extensión de la piel y que, es de ese gran tejido conectivo, que nos recubre y protege y nos da la posibilidad de lo táctil, de donde derivan todos los demás sentidos.
Yo pienso, tener tacto. Como cuando usamos esa expresión para decir que alguien es (o no) sensible. Ahí está: la capacidad de experimentar plenamente con los sentidos bien afilados todo lo que nos rodea. Por lo general, siempre estamos buscando estimularnos con algo externo, a veces porque no atendemos a lo surreal que es ya de por sí transitar este mundo con nuestro cuerpo, y otras porque el peso de la conciencia de lo mismo nos aplasta. Yo creo que las dos son como una especie de miedo, a veces más o menos presente.
Muchas veces me pregunto, si las personas además de desplazarse desde A hacia B, buscan la interacción con el espacio público. En una caminata solitaria es nuestro cuerpo el que habla con el entorno y nos dice cosas a medida que las descubre: un olor, por ejemplo. Aparece y nos hace pensar en él y reaccionar. Claro que, según ubicación geográfica la arquitectura cambia y se proponen diferentes maneras de habitarla. Extraño las plazas de césped cada 6 cuadras. Esas que están totalmente accesibles, directamente te las cruzas y no podes evitarlas. Proponen un respiro.
Las construcciones entonces, determinan nuestra manera de vivir y pensar, porque nos ofrecen o niegan experiencias, personales y colectivas.
