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El género Paranthropus, una rama coetánea de los Australopithecus, se desarrolló paralelamente en las sabanas de África entre 2,5-1,2 Ma (millones de años). Se han hallado restos  al este y sur de África pudiendo describirse tres especies: P. aethiopicus y P. boisei (al este de África) y P. robustus (al sur de África).

Aunque el registro fósil de la especie boisei es reducido (unos 120 restos aprox.), hay una gran variabilidad en sus características físicas. El representado en la primera imagen es el denominado KNM-ER 406 descubierto en 1969 en Koobi Fora, Kenia. Se trata de un macho adulto con una capacidad craneal de 510 cm³ y de aproximadamente 1,7 Ma. El espécimen tipo, y probablemente el más famoso, OH 5 difiere significativamente en su morfología del KNM-ER 406, siendo este último más cercano al Paranthropus aethiopicus.

 

Lo más llamativo son sus formas hiperrobustas y la concavidad de su cara. De gran densidad ósea, su frente es huidiza, la bóveda craneal es baja con un marcado torus supraorbitral y la región nasal se encuentra hundida. Aunque faltan la mandíbula y los dientes, la presencia de cresta sagital anteriormente situada y la amplitud del hueso cigomático demuestran la potencia de los músculos encargados de la masticación que recorrían todo el cráneo (músculos temporal y masetero). Esta estructura es característica de un potente aparato masticatorio especializado en una dieta herbívora basada en vegetales duros propios de entornos secos tipo sabana (tubérculos, raíces…). De todas formas, esta afirmación ha sido matizada en estudios actuales tras estudiar marcas encontradas en sus dientes; abriendo la posibilidad de que también estuviesen incluídos vegetales más blandos en su dieta.
 
Gracias a otros restos hallados, como el Omo L7A-125, se conoce la robustez de su mandíbula y de su dentición; los molares y premolares eran de gran tamaño y sus incisivos pequeños. A diferencia de los Australopithecus, el prognatismo facial que presentaban era más acusado; y siendo ambos bípedos, los parántropos andaban más erguidos debido a la posición del agujero occipital y a su pulgar oponible. De gran dimorfismo sexual, la altura media en machos era de unos 1,5 metros.


No se sabe con certeza si los parántropos usaban herramientas porque, aunque se hallaron restos de ellas en el mismo lecho del fósil OH 5; años más tarde se documentaron también fósiles de Homo ergaster en dicho nivel (Lecho I de Olduvai), cuya autoría es más probable.

Debido a estos hallazgos sabemos que especies tan distintas de homínidos convivieron en el tiempo y espacio. Pero es llamativo que, a pesar de haber existido durante más de un millón de años, su evolución fuera mucho más lenta que la del resto. Su capacidad craneal (400-600 cm³) era reducida con respecto a su coetáneo Homo ergaster. Esto era debido a que la lentitud de su aparato digestivo consumía  gran parte de la energía. Por el contrario, los homo, con dietas omnívoras más blandas y proteicas, acortaron sus digestiones; desviando esa energía hacia el desarrollo cerebral, aumentando la capacidad de adaptación a nuevos entornos y permitiendo así la migración.  

Por lo tanto, es probable que el marcado grado de especialización en ecosistemas secos y la poca capacidad de adaptación a los grandes cambios climáticos que se produjeron hace 1,2 Ma fuesen los motivos que provocasen la extinción del género Paranthropus.





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