No le temas a los proyectores, son nuestra imagen, y esta ha sido muy generosa con nosotras. Impregnamos la imagen con el dulce sabor de la victoria. Conquistamos el destino al encontrarnos con la imagen. Somos producto de la imagen, y por ello damos crédito a lo que se debe: a la imagen.
Somos imagen, ahora y siempre.
Te quiero.[1]
“Tratamos el deseo como si fuera un problema a resolver; nos centramos en aquello que deseamos y ponemos la atención en lo deseado y en cómo conseguirlo en lugar de en la naturaleza de ese deseo, su sensación. [...] es posible contemplar la distancia sin querer recortarla, apropiarnos del anhelo tal como nos apropiamos de la belleza de ese azul que en verdad no se puede poseer”[2].
Una rara intimidad entre dos proyectores que se alejan/acercan para descubrir el título de esta video-instalación: La ridícula idea de no volver a verte. (Mirar y amar). Empecé indagando la imagen y terminé hablando de ti. Con las palabras de otrxs, eso sí. Al parecer todavía no me salen de la boca. Por ahora, solo la mirada. Dice Rosa Montero: “(Tenemos que) aprender a hacer algo con el dolor para que no nos destruya”[3]. Aquí un intento de amar la distancia y sanar con la mirada.
[1] Edición del texto de: González-Torres, F. (1988). "Untitled" (Perfect Lovers). Obtenido de https://www.malba.org.ar/algun-lugar-ningun-lugar/
[2] Solnit, R. (2005). Una guía sobre el arte de perderse. Fiordo Editorial. Kindle Edition.
[3] Periodista Digital. (2013). Entrevista a Rosa Montero, autora de 'La ridícula idea de no volver a verte' -20 junio 2013-. [YouTube]. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=a70AZYCOzXc
