Pena Capital
Levantarse temprano con la sensación de llevar el cuerpo
como una mochila que a veces pesa más de la cuenta,
estar cansado y con ganas de llorar.
Con deudas y sueños, meterse al metro y divagar con el lugar que
nos toca, llegar al trabajo y vender un tornillo como si se fuera
a acabar el mundo y regresar, estar inmerso, pertenecer
y permanecer..., hay que ser avispado, si no te come el monstruo,
te sigue, te crees el cuento y vuelta a empezar.
Me mantuve caminando durante un tiempo, como una forma de
avanzar y encontrar algo, aparecieron momentos en esta ciudad que
reflejaron el dolor y la angustia de un país que llevo dentro;
azotado transversalmente por la furia del capitalismo
y el sistema neoliberal, que protege cada rinconcito de los
intereses monetarios de los dueños de todo, transformando
a las personas en mercado, a los sueños en promesas
y nos dicta una sentencia de la que no podemos escapar.
Las imágenes que presento a continuación
son la voz de mi diálogo interno cuando voy en trayectos comunes, sólo,
en el medio de la ciudad y veo a otros como yo, solos, también con sus
diálogos internos y siempre he imaginado que nuestras
conversaciones no son las más alegres del mundo.