Pelusa Inatajable
Texto por el primer aniversario del fallecimiento de Diego Maradona, publicado en UMCentral
Diego Armando Maradona jugando contra Alemania. Diego Armando Maradona jugando la final del mundo contra Alemania. Diego Armando Maradona jugando la final del mundo contra Alemania ante 114 mil espectadores. Palabras más, palabras menos, Diego Armando Maradona jugando.

Con los ojos siempre en la pelota, ‘el Pelusa’, como lo llamaron tantos periodistas, evadía a Lothar Mattäus y Ditmar Jakobs como si jugara contra cualquier par de niños en su natal Villa Fiorito (Argentina). Los alemanes que intentan pararlo quedan tirados en el suelo, viendo cómo de un salto los elude y se aleja.

Para el recuerdo queda una foto en la que dos tipos europeos de más de 1.70 metros de altura cada uno, no alcanzaron ni la sombra de un pequeño sudamericano, argentino él, que apenas llegaba a 1.65 metros.

Un retrato de lo que fue todo un partido, quizás todo un torneo; tal vez toda una carrera y para muchos – me incluyo – una vida entera sorteando todo tipo de obstáculos. Con aire en el pecho y gallardía en la mirada quedó plasmado un león que tuvo ganas de comerse el mundo desde antes de haber conocido más allá de la esquina de su casa.
Final de la Copa Mundial de la FIFA México 1986
En las estadísticas de dicho partido contra la Alemania Federal (la “aliada” para esa época) no quedó anotado ningún gol suyo. Sí una tarjeta amarilla al minuto 17, por quejarse airosamente con el árbitro después de una falta de su compañero José Cuciuffo, porque si algo tuvo el virtuoso zurdo fue esa cualidad de quejarse ante lo que, para él, era una injusticia: fuera un árbitro, un directivo, el presidente de la FIFA, o cualquiera que osara meterse con su mamá, Dalma Salvadora Franco, doña Tota.

Aún así, su ausencia en el arco durante el partido decisivo no fue necesaria para recordar el del 86 como su Mundial. Las pinceladas que dio con el Adidas Azteca en los pies, marcando cinco goles y dando cinco asistencias, le pusieron la corona eterna de leyenda.

Así fue, con valentía y orgullo por su bandera, como ese nacido en Lanús y rosarino de corazón le entregó una de las alegrías más grandes de su historia a un país postdictatorial; a una patria recién salida de una guerra de la que terminó acribillada. Sabiendo decir que no fue sin antes, de cierta manera, sacarse esa espina contra los ingleses, pero eso es otra historia para otra fotografía.
Pelusa Inatajable
Published:

Owner

Pelusa Inatajable

Published:

Creative Fields