LA CORONA FURTIVA 
La Esclavitud Británica 
Ciudades como Londres, Liverpool, Bristol y Glasgow prosperaron en los siglos XVII y XVIII de la mano de la esclavitud, no sólo por los beneficios que generaba en sí misma para los inversores la venta de seres humanos capturados en África a los dueños de plantaciones del Caribe y las colonias americanas, sino por la intermediación de banqueros, mercaderes y aseguradores. Significaba trabajo para agricultores, fabricantes de telas, capitanes y tripulaciones de barcos. Había que ser muy valiente (algunos lo fueron, como William Wilberforce y Thomas Clarkson) para hacer campaña por la abolición, que no llegó definitivamente hasta 1833.

Marcados por el racismo (y el colonialismo, que es su primo hermano) han quedado primeros ministros británicos como Winston Churchill, Robert Peel (considerado el fundador de la policía moderna) y William Gladstone (el único que lo ha sido cuatro veces, un nativo de Liverpool cuyo padre era un esclavista que se enriqueció inmensamente). También el rey Guillermo de Orange (nacido en Holanda, idolatrado por los protestantes del Ulster y detestado por los católicos); Cecil Rhodes, que amplió los confines del imperio al África Austral (Rodesia, hoy Zimbabue, fue bautizada así en su honor), y Robert Clive, que hizo lo propio en la India.

Las ciudades británicas están llenas de calles y estatuas en sus nombres, y las autoridades han cubierto muchas de ellas con planchas de madera para protegerlas del grafiti y que no corran la misma suerte que la Edward Colston, el comerciante de Bristol que creó la Real Compañía Africana, responsable del tráfico de 85.000 esclavos. El primer ministro Boris Johnson ha dicho que tirarlas o pintarrajearlas no es sólo un delito sino que equivale a negar la historia de este país. Quienes lo hacen, sin embargo, están hartos de esperar a que se haga algo para combatir el racismo y la discriminación, aparte de elaborar informes.

En total, entre 1662 y 1833, Gran Bretaña transportó 3.4 millones de esclavos entre Europa, África y las Américas. En pleno apogeo del repugnante negocio, la inversión anual llegó a ser de dos millones de euros, y cualquier persona podía comprar acciones en la travesía de un barco. Si el viaje resultaba fructífero (de ida llevaba seres humanos y de regreso ron, azúcar y tabaco), las ganancias podían ser sustanciales. Mucha gente estaba implicada. Los aristócratas y clases mercantiles escocesas presionaron para la unión de la coronas con Inglaterra en 1707 con el ojo puesto en su participación en las actividades del imperio, incluida la esclavitud. La constitución de 1688 otorgaba a los blancos protestantes el estatus de “hombres libres”, a salvo de la detención arbitraria. La consecuencia implícita era que el resto no lo era.

El “Acta del comercio de esclavos” de 1788 reguló la actividad, que para entonces ya era habitual, con todo tipo de estipulaciones, como el número máximo de negros que un barco podía transportar (igual que hoy los autobuses o aviones con el número de pasajeros). Liverpool se metió relativamente tarde en el negocio, pero sus huellas están presentes por todas partes, y no sólo en la Penny Lane de los Beatles. En los grabados de los salones del ayuntamiento, en las fachadas de edificios históricos como el Cunard. A finales del siglo XVIII una veintena de buques –diseñados y construidos a medida para su siniestro propósito– emprendían el viaje transatlántico desde Bristol, 42 desde Londres y 131 desde la ciudad de Merseyside. Uno de cada diez ciudadanos se beneficiaba, incluidos vendedores de alimentos, fabricantes de cuerdas y de pólvora. El 40% de los ingresos provenía de la esclavitud.

Antes que Liverpool, en el siglo XVII, fue Bristol la capital británica del trafico de esclavos, y el principal centro de operaciones de la Compañía Real Affricana, con sede en Londres. La ciudad había tenido desde hacía más de un centenar de años contacto con las Indias Occidentales, y vio una oportunidad en el desarrollo del cultivo del azúcar y el cacao en el Caribe, y del tabaco y el algodón en las colonias norteamericanas. Los barcos descargaban en América los esclavos y las mercancías que resultaban atractivas del otro lado del Atlántico (telas, cuchillos,  pistolas, vino, cerveza, joyas...), y cargaban los productos exóticos del Nuevo Mundo. El racismo estuvo tan enraizado en la ciudad que la compañía de autobuses sólo empleó conductores blancos hasta 1963.

Numerosas calles de Glasgow, como la céntrica Buchanan Street, llevan el nombre de mercaderes que se enriquecieron con la esclavitud, y los comerciantes locales apoyaron a la Confederación en la guerra civil de Estados Unidos. La universidad de la ciudad reconoció hace un par de años que se había beneficiado con veinte millones de euros del tráfico humano, en la forma de regalos y donaciones de mecenas vinculados a ella. En Londres, edificios históricos como el Guilhall de la City y el muelle de la India fueron el epicentro del esclavismo.

El Príncipe Andrés y Jeffrey Epstein 
Un documental emitido este lunes en la televisión británica asegura que el magnate estadounidense acusado de tráfico sexual de menores Jeffrey Epstein y el príncipe Andrés de Inglaterra llevaron a cabo orgías en una isla privada con un grupo de nueve jóvenes mujeres, según Efe. Los detalles están incluidos en el episodio The Prince and the Pedophile (El Príncipe y el pedófilo) que forma parte del programa Dispatches del canal británico Channel 4, en el que se analiza en profundidad la relación entre el miembro de la Casa Real y el multimillonario, según informó el NY Post.

En él, se revelan las declaraciones de una de las mujeres que acusan a Epstein de haber abusado de ella, Virginia Roberts Giuffre, que se recogen en documentos de los tribunales de Florida del 2015, estado en el que el fallecido magnate ya fue acusado de tráfico sexual. «La tercera vez que mantuve relaciones sexuales con Andy fue en una orgía en la isla privada de Epstein en las Islas Vírgenes. Yo tenía unos 18 años en ese momento», cuenta Giuffre. «Epstein, Andy, aproximadamente otras ocho chicas jóvenes y yo mantuvimos relaciones. Las otras chicas parecían todas tener menos de 18 años y realmente no hablaban inglés», agrega. El programa mostró unos documentos médicos en los que prueba que Virginia, cuando era menor, acudió a un ginecólogo debido a que sangraba abundatemente desde hacía semanas.

Según el NY Post, el programa Disptaches tiene pruebas de que el príncipe Andrés y Epstein se reunieron en al menos diez ocasiones en sus doce años de amistad en visitas que se extendían en ocasiones durante días. Señala asimismo que la relación entre ambos era tan estrecha que Epstein tenía hasta 13 números de teléfono distintos para poder comunicarse con el miembro de la Casa Real británica.
La socialité Victoria Hervey afirma además en el documental que Epstein percibía al príncipe Andrés como el mayor «trofeo» de su red de tráfico sexual. El documental se emitió dos meses después de que el cuerpo sin vida de Epstein fuera encontrado en una celda el pasado agosto tras lo que las autoridades de Nueva York describieron como un suicidio por ahorcamiento. Epstein fue detenido el pasado 6 de julio tras aterrizar en Nueva Jersey acusado de tráfico sexual de menores, cargos parecidos a los que afrontó hace una década en Florida y que sorteó con un acuerdo con la Fiscalía.

El millonario estaba encerrado sin fianza en una penitenciaría de Nueva York a la espera de juicio. Epstein intentó suicidarse aparentemente el 23 de julio, algo que finalmente logró en un segundo intento el pasado 10 de agosto. Aunque el forense confirmó el suicidio como causa de la muerte, el hecho de que no estuviese sometido a vigilancia tras el primer intento generó múltiples teorías dadas las influyentes amistades del millonario, entre ellas el príncipe Andrés de Inglaterra.


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Reino Unido, "principal actor" de la evasión fiscal de los Pandora Paper´s
El director de la oenegé británica Tax Justice Network, Alex Cobham, denuncia la responsabilidad del Reino Unido, a través de paraísos fiscales en sus territorios de ultramar, en la evasión fiscal masiva sacada a la luz por los Papeles de Pandora.

Por su parte, el gobierno británico asegura que "encabeza el mundo en la lucha contra la evasión y el fraude fiscal" y se declara determinado a convertir al Reino Unido en un "lugar hostil para las finanzas ilícitas", según un portavoz.

Pregunta: ¿Cuál es la responsabilidad del Reino Unido en la evasión fiscal masiva revelada por los Papeles de Pandora?

Respuesta: "El gobierno británico, especialmente el actual, está dando largas a la transparencia fiscal. Incluso existe el peligro real de que el Reino Unido, en el momento del Brexit, vuelva al viejo modelo poscolonial de jurisdicciones fiscales con la City en el centro."

"Si yo fuera un responsable político de la Unión Europea, miraría al Reino Unido muy de cerca y empezaría a sugerir que puede haber motivos para actuar ante las amenazas que plantea" en materia de evasión fiscal.

P: ¿Por qué las Islas Vírgenes británicas albergan dos tercios de las empresas fachadas mencionadas en los Papeles de Pandora? ¿Avanza el archipiélago hacia una mayor transparencia?

R: "Las Islas Vírgenes están especializadas en el registro rápido y barato de empresas". "Londres pide a sus territorios de ultramar (que publiquen los registros públicos de beneficiarios) cuando podría simplemente legislar. Así que estos territorios saben que no es serio, dicen 'lo haremos en 2023 o cuando todos los demás países lo hayan hecho'".

Hace dos años, el Reino Unido pidió una mayor transparencia a sus territorios de ultramar y dependencias de la Corona británica (que también incluyen Bermudas, Jersey, Guernsey y la Isla de Man).
A principios de este año, el primer ministro de las Islas Vírgenes, Andrew Fahie, aceptó trabajar para publicar los registros antes de 2023, pero expresó sus reservas.

P: ¿Tiene Estados Unidos también alguna responsabilidad?

R: "El mayor actor (en la red mundial de evasión fiscal) es el Reino Unido y su red de territorios de ultramar, pero Estados Unidos es probablemente la mayor amenaza (para la transparencia) mientras tolere las prácticas de los territorios de ultramar británicos".

"Siendo el mayor centro financiero del mundo, Estados Unidos se niega a proporcionar (información sobre las cuentas financieras de sus contribuyentes) a casi todos los países y por eso es la mayor amenaza global y lo vemos en los Papeles de Pandora".

La evasión fiscal "está en el corazón del sistema económico y financiero. Las respuestas hasta ahora han sido fragmentarias y deben ser globales".

"Estados Unidos tiene una posición única para actuar y una gran responsabilidad. Seguimos esperando ver pruebas de compromiso que se ajusten a las necesidades".

Latinoamérica en los Pandora Paper´s - Implicados 

P: ¿Qué hay que hacer?

R: Además de intercambiar información sobre las cuentas de los contribuyentes entre los países, "no debe haber empresas fachadas, fideicomisos o fundaciones que permitan mantener en el anonimato a sus propietarios y beneficiarios finales, porque esta práctica está en el centro de todos los casos de corrupción o evasión fiscal".

"Las multinacionales también deberían declarar públicamente sus beneficios e impuestos pagados en todos los países" y no sólo en su país de registro.

Y "mientras no haya investigaciones y sanciones penales para los bancos, los bufetes de abogados o los contables que venden servicios que eluden la ley y socavan los ingresos fiscales que benefician a todos, veremos que estas prácticas continúan".

"Cada vez dirán 'lo sentimos, hemos cambiado', pero no cambiarán hasta que las sanciones penales para los individuos suban un escalón".

"Por ejemplo, después del 11 de septiembre, cuando Estados Unidos luchaba duramente contra el dinero de los terroristas, los bancos hicieron todo lo posible para estar en regla porque sabían que habría sanciones penales para los individuos implicados".

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La Muerte de Lady Di
El próximo 1 de julio, Diana de Gales habría cumplido 60 años. Por eso estos días muchos de quienes la rodearon se animan a hablar en entrevistas, documentales o podcasts para recordar a la fallecida princesa y momentos de su vida con ella. Revelaciones inéditas de muchas personas que muestran detalles de la princesa hasta ahora desconocidos.

Ese es el caso de uno de sus guardaespaldas, llamado Colin Tebbutt, que ha hablado con el medio británico Daily Mail sobre los últimos tiempos de la princesa, en los que él estaba al cargo de su cuidado. Y ha revelado que Diana nunca debió estar en París ese fatídico 31 de agosto de 1997 en el que perdió la vida en un accidente de tráfico en la capital francesa. Según él, la princesa debía estar de vuelta en Londres tres días antes.
Tebutt —que ya había trabajado para Ana de Inglaterra o para los príncipes Michael de Kent— entonces prestaba servicios como ayudante, chófer y guardaespaldas para la princesa en el Reino Unido, porque ella al divorciarse había perdido su estatus de Alteza Real y, por tanto, la seguridad proporcionada por la casa real. Según ha contado Tebutt, Diana debía regresar de sus vacaciones en la Costa Azul el día 28, pero en el último momento se quedó en el barco de Dodi Al Fayed, el Jonikal, y después voló a París. La razón era que había sufrido ataques políticos, en este caso por parte de los conservadores británicos. El partido tory la acusaba de aprovechar los viajes en los que daba a conocer la importancia de eliminar las minas antipersona para, a su vez, promocionarse a sí misma.

“No volvió el jueves como estaba planeado porque los tories estaban contra ella por la cuestión de las minas. La acusaban de usar la campaña para potenciar su propia imagen, lo que resultó muy desagradable y le causó un gran enfado. Así que se puso en contacto con nosotros y nos dijo que no quería todo ese fastidio que la esperaba al volver al Reino Unido y que ya regresaría el fin de semana”, relata Tebutt, que deja en el aire el hecho de que Diana quizá siguiera viva si eso no hubiera pasado.

El problema con esa cuestión había empezado unos meses atrás, en una visita que Diana hizo en enero de 1997 a Angola en la que pidió la prohibición internacional de las minas antipersona, pero que los conservadores atacaron: el ministro de Defensa la tachó de “impredecible” y de “desinformada”, mientras que otro diputado afirmó que no hacía caso a “argumentos más complejos” y la ridiculizó al comparar su forma de enfrentar el debate con el de Brigitte Bardot y su “defensa de los gatos”. 

La cuestión se recrudeció ese verano porque Diana habló con el diario francés Le Monde sobre ese Gobierno, que en mayo había perdido las elecciones a favor de la lista de Tony Blair. “El anterior era incompetente”, afirmó, asegurando que el de Blair era un Gobierno que estaba haciendo “un trabajo fabuloso”. De hecho, a primeros de agosto la princesa acudió a Bosnia en una misión oficial plenamente apoyada por el gabinete de Blair para dar visibilidad a la lacra de las minas, algo que no gustó a los conservadores.
Este diario recogió aquella polémica política y a la vez real tres días antes de la muerte de Diana. Entonces el entonces ministro de Exteriores, Robin Cook, dio a conocer que estaba feliz con el reconocimiento de la princesa de “que el Gobierno comparte completamente su preocupación”, mientras que tories como David Wilshire contaron: “Es seriamente peligroso arrastrar a la familia real a la arena política. Creo que no deberíamos permitir que una joven que tira ya a mujer de mediana edad altere la Constitución británica ella sola”.

El cambio de idea de Diana y Dodi Al Fayed —siempre según la versión de este colaborador— a la hora de volver al Reino Unido y alargar sus vacaciones, con las consecuencias que pudo llegar a suponer esa decisión, es una más de las revelaciones que se están dando en esta fecha tan redonda, señalada, más aún en un momento en el que las tensiones entre los hijos de la difunta princesa y también en su familia política no paran de crecer.

Con motivo de este aniversario son muchos los medios que estos días claman tener novedades sobre Diana. Por ejemplo, la autora Ingrid Seward le ha contado al tabloide sensacionalista The Sun cómo fue su encuentro con la princesa ese último verano. Seward cuenta cómo le impactó la imagen impecable y distendida de Diana, pero también su inseguridad. A la escritora le habló de sus hijos, siempre en el centro de la conversación, o de su incipiente romance con Al Fayed. También le contó que no quería en ningún caso hacer nada que molestara a la monarquía, porque todo ello era la herencia de su hijo, y que ella sí que había sentido que Carlos la había querido durante un tiempo y que decir lo contrario era hacerle un flaco favor a los niños.

También en un documental de la cadena ITV ha dado su testimonio Richard Kay, amigo íntimo de Diana y que afirma ser una de las últimas personas que habló con ella. “La policía me dijo que la mía había sido su última llamada”, relata. “Estaba desesperada por intentar y conseguir empezar de nuevo y hacer algo distinto, explorar un tipo distinto de realeza. Y estaba deseando volver a casa para ver a sus chicos”, relata Kay en el metraje, que se estrenará el 24 de junio.

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La verdad se robustece con la investigación y la dilación; la falsedad, con el apresuramiento y la incertidumbre.
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