UN MAL PRESENTIMIENTO
Yaneth Stefania Becerra Fajardo

La ciudad había amanecido más fría de lo normal, el cielo se tornaba oscuro y en el aire se percibía ese aroma particular de polvo que indica que la lluvia se está acercando. Lucio agarro su abrigo, se puso sus botas peludas favoritas y tomo el paraguas que esta colgado al lado de la puerta para verlo antes de salir de su casa. En la mañana se había despertado con una extraña sensación de que algo podría pasar hoy, con un vacío en el estómago y un hormigueo por todo su cuerpo, o como lo llamaría su abuela “la sensación de un mal presentimiento”.
Como una de sus actividades matutinas Lucia antes de salir de su casa revisa su celular, en la pantalla detalla la hora y la fecha. Eran las 7 de la mañana del jueves 26 de mayo del 2022. Para ella los jueves son sus días de descanso y más los 26 de mayo, esos días prefiere no ir al trabajo, es una superstición que tiene. Sin embargo, ese día había cambiado de turno con una compañera para poder visitar a sus padres el fin de semana, motivada por el cumpleaños de su papá. Los turnos de la tarde no eran lo suyo, siempre se presentaban casos complejos y la gente se tornaba más irritable, puede ser por lo incomodas que son las salas de espera, o porque todos los pacientes y sus acompañantes llegan desesperados esperando que se les atienda de inmediato.
Su celular sonó, avisando que el carro que había solicitado había llegado, al asomarse por la ventana observo que bajo la lluvia se encontraba esperándola el auto. Para ella este era el medio más confiable de trasportarse ya que la ciudad no es del todo segura para las mujeres y para nadie en realidad, la inseguridad estaba a la vuelta de la esquina siempre. En esta aplicación tenían como política de seguridad con el pasajero, enviar una foto del conductor, el nombre y la placa del auto, esta acción les brinda a los pasajeros la tranquilidad de saber quién los recoge. Lucia se acercó al carro y saludo al conductor quien tenía una cara familiar, seguramente la había recogido en otra oportunidad.
Fabio llego por Lucia en un spark rojo, bien cuidado y reluciente. Él llevaba puesto un pantalón de dril, una camisa y un saco de lana, recibió a su pasajera con una sonrisa, sus ojos se veían cansados, aunque su voz tenía un tono cordial. Lucia se acomodó en el asiento del copiloto, al ver a Fabio sintió un escalofrió en todo el cuerpo, no sabía que estaba pasando, pero le envió a una de sus compañeras del trabajo los datos del conductor y le compartió su viaje, prefirió mirar a la ventana como quien quiere evitar una conversación. A pesar de esto la intención de Fabio era la de iniciar una charla:
Buenas tarde señorita. ¿Qué día tan frio, no le parece?, ¿para dónde nos dirigimos?
Si bastante frio, para el hospital del sagrado corazón, por favor.
Fabio baja un poco su mirada, toma un respiro profundo y mirando de reojo a Amanda continua con su conversación:
Mmmm… El hospital del sagrado corazón
Si, señor ¿Sabe usted cómo llegar?
Si señorita, lo sé a la perfección solo que es un lugar que me trae malos recuerdos.
Luego de un suspiro profundo y lo incomoda que sentía que estaba su pasajera, Fabio decidió cambiar el tema de su conversación, no quería agobiar a su pasajera con sus memorias o tragedias. Solo que para él los recorridos son más llevaderos con una grata conversación que pueda amenizar una tarde lluviosa, por lo que continuo con la conversación:
Disculpe, y la señorita se siente bien ?, está enferma? O va a visitar a algún enfermo?
Voy a trabajar, por favor apúrese que no quiero llegar tarde.
¡Aaaaa claro! Sumerce tiene uniforme. O sea voy con toda una Doc en el carro.  
Lucia se queda en silencio, mientras recuerda que siempre que alguien descubre que es medica empiezan las preguntas sobre malestares, padecimientos, recuerdan que les duele algo o que algún familiar esta sufriendo de algunos síntomas o enfermedades, y esperan su ayuda. Luego de pensar con calma un rato dice:
No señor, en el hospital estamos profesionales de varias áreas yo me encargo de la parte de laboratorio.
Mmmm que interesante y ¿por qué no medicina? ¿Eso es mejor no? ¿Da más plata?
Jum, pues en realidad los sueldos de los médicos son una broma constante, muchas veces los obligan a trabajar más de lo que sus cuerpos pueden tolerar. Y a pesar de eso la gente cree que somo… son los malos. 
Ush, pero entonces eso de ser Doc es complejo. Disculpe, y usted ¿cómo sabe esas cosas?
En el hospital uno se entera de todo señor.
Hasta ahora empezaba el recorrido y había una congestión en el camino, algo cotidiano en esta ciudad en la que la cantidad de autos supera la calidad y estado de las vías. Fabio estaba tranquilo al respeto, algo bueno en un conductor, pero Lucia presentía que esto le implicaría seguir inmersa en esta conversación incomoda con este extraño. En una rebuscada estrategia empezó a mirar su celular, mientras le informaba a su compañera por donde iba, evitando hacer contacto con Fabio. A pesar de su esfuerzo por hacerse la ocupada, él continúo interesado en hablar:
Con esta cantidad de carros, tiene uno el tiempo de reflexionar sobre la vida, no?
Ujum …
Disculpe señorita si la estoy incomodando, es que hoy es un día importante para mi y los nervios me ponen parlanchín.  
Tranquilo señor, no me incomoda.
En este momento Lucia pensó en que Fabio no tramaba nada malo, probablemente estaba nervioso como ella y su historia podría contrarrestar lo extraño que se tornaba el día. Le pareció conveniente continuar con la conversación, que más daba, el hospital no estaba tan lejos y charlar le ayudaría a que el tiempo pasara más rápido.
Señor, puedo preguntarle ¿por qué es un día importante?
Claro que sí, hoy mi hija se gradúa como Ingeniera de Sistemas. Ha sido un camino difícil, pero por mi princesa todo. Por ella es que me rebusco con esto de la conducción, a veces trabajo como contador en algunas empresas sin contrato fijo y manejando el carro cuando puedo. En este país es muy difícil vivir como contratista, le toca a uno mismo pagar la salud, seguridad social ... y sumar los otros gastos. El semestre en una universidad, los servicios, la alimentación….
¡Qué pena señorita me apodere de la palabra!
Tranquilo señor, su historia está muy interesante. Su hija y su esposa deben estar muy orgullosas de usted.
En ese momento a Fabio se le escurren unas lagrimas por sus mejillas, las limpia rápidamente y respira. El camino al hospital ya estaba mucho más despejado y estaban a pocas cuadras de llegar. Fabio detiene su spark rojo en un semáforo y voltea a mirar a Amanda:
Si señorita mi princesa esta muy orgullosa de mí y yo de ella. Se que mi esposa desde el cielo nos cuida y también esta muy orgullosa de nosotros.
Que pena señor lo siento mucho.
Tranquila señorita, por eso al escuchar el nombre del hospital donde usted trabaja me puse algo pensativo. Recordé que en ese lugar en medio de la pandemia del COVID- 19 mi esposa falleció. Ella sufría de diabetes y uno de sus riñones comenzó a colapsar en la casa, la trajimos al hospital. Pero en ese momento la prioridad eran los pacientes contagiados, y eran bastantes. Lamentablemente el cuerpo de mi esposa no resistió, hace dos años exactamente para esta fecha ella murió.
Pero hoy queremos recordarla con felicidad y disfrutando el triunfo de nuestra hija.
Que historia tan difícil señor, disculpe si al principio del recorrido tenía una mala actitud.
Tranquila señorita, discúlpeme usted a mi que soy tan parlanchín. Lo bueno es que el camino se nos hizo más ameno jajaja.
Jajajaja, de eso si no tenga duda.
Llegamos a su destino. Son 8.000 pesos, ¡que tenga un grandioso día!
Gracias, señor, igual para usted y felicidades a su hija.
Lucia se bajó del carro y abrió su sombrilla, mientras caminaba a la entrada del hospital sus ojos se llenaron de lágrimas, ella recordó de donde conocía a Fabio, era el familiar de su primer paciente fallecido, en su primer año de residencia. Intentaron hacer todo lo que estuvo a su alcance, pero los respiradores no daban abasto y la señora Rosa (como olvidar su nombre, esa mujer tan dulce) no resistió, el covid-19 y la diabetes se la llevaron.
Hace dos años, en compañía del cirujano general de turno le dieron la noticia a Fabio. Lucia no entendía como pudo olvidar el rostro de Fabio, pero este hombre no era el mismo, sus ojos se veían cansados, su cara y su cuerpo daban cuenta del trajín de los últimos años. Probablemente no la había reconocido porque ella corto y pinto su cabello, había madurado un poco más y para ella todo lo ocurrido ese día había quedado en el pasado.  
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