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2020: Época del soliloquio y la catarsis teatral

2020: Época del soliloquio y la catarsis teatral
Nuestra vida se teatraliza, la realidad cambia, el encierro nos habla y nosotros le contestamos, pero también mantenemos un monólogo constante y nos preguntamos ¿qué es lo que haré ahora? ¿Qué pasará después? Entre tanto, permanecemos en una continua conversación interna que dé alivio a la incertidumbre hasta que llegue el tan esperado tiempo de sanación.

En la historia de la humanidad la tragedia y la desdicha se manifiestan de manera corrosiva en el cuerpo y la mente de los hombres a través de la enfermedad, y es designio divino el que todo mal e impureza que nos domina deba ser limpiado.

Por siglos y milenios han sido el teatro, la música y la danza quienes de manera artística y cultural han llevado a cuestas la gran responsabilidad de sanar y liberar de toda corrupción el alma de los mortales, y por supuesto, los ritos religiosos se manifiestan en una oda a la divinidad.
Los dioses han hablado

En la antigua Grecia la enfermedad era considerada una ofensa contra los dioses y era el teatro la forma más pura de curarla. Por ello, fueron las tablas las máximas exponentes de la cultura y, por tanto, se entregaba al pueblo una escenificación histriónica que representara y transmitiera las palabras y acciones de sus deidades.
En las obras se manifestaban las grandes hazañas y aventuras de dioses como Apolo, Dionisio, Zeus y Atenea, mientras los hombres desgraciados y débiles suplicaban por ayuda divina haciendo a su vez que este ritual de imploración alimentara el nivel escénico y que el drama de la muerte perturbara a los espectadores.
Para los griegos, la muerte es presentada como un germen que debe ser purificado, por eso se llevaba a cabo un ritual en el que se purgaban las emociones usando el arte. A este proceso se le llamaba ‘katharsis’, el cual utilizaba el teatro, la danza, el canto y los rituales religiosos como una medicina que exterminaba el dolor y eliminaba las culpas para así librarse de la enfermedad a través del placer.
La catarsis, en la Poética de Aristóteles, es una inevitable conexión entre la tragedia y la expiación de las emociones; solo quienes están expuestos al temor y a la piedad pueden liberar al cuerpo de dichas pasiones.
El culto, que rodeaba el performance con la noción de sanar, era tan grande y poderoso en esta antigua sociedad que en el siglo IV a.c. fue edificado el Teatro de Epidauro en honor a Asclepio, Dios de la medicina. Este espacio era también considerado un santuario de purificación al que la población debía llegar con un proceso preliminar que incluía ayunos, dietas y baños de limpieza para que así de una manera casi poética Asclepio se encargara de quitar la podredumbre de su espíritu. 
Es así que, para los griegos, los más grandes precursores del drama, la comedia y la tragedia, el teatro trazó un puente entre la pureza y la descomposición y sacó del infortunio a los frágiles y decaídos. La enfermedad entró a sus cuerpos, pero no pudo poseer su esencia.

Para nosotros, los del siglo XXI, el tiempo del soliloquio se desvanecerá y le dará paso a la catarsis teatral. Será el momento de la representación artística, veremos al mundo en un renacer poético.

Después de vivir la tragedia, el arte nos devolverá a la vida.
2020: Época del soliloquio y la catarsis teatral
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