Pausa
Qué grato me es poder contar con el privilegio de la 𝘱𝘢𝘶𝘴𝘢, tener la libertad para quitar el pie del acelerador cuando los segundos comienzan a atropellarse los unos a los otros sin concederme tregua alguna. 
 
Por lo general, las personas de las sociedades modernas solemos ir por la vida apresuradamente, desconectándonos de nuestras raíces, de lo que somos: “humanos”, que, etimológicamente significa “el que pertenece a la tierra”, concepto que muchos de nosotros hemos olvidado, dejándonos arrastrar por el papeleo y la tecnología cual hoja de otoño a la intemperie. 
 
Qué grato me es poder abrir la ventana de par en par, saltarme el murillo llevando un vestido ligero y los pies descalzos; acomodarme sobre el pasto fresco para escuchar cómo mis pulmones se llenan de oxígeno lentamente; permitir que el viento arremoline mis cabellos, mientras les busco formas a las nubes y contemplo cómo se iluminan las copas de los árboles por causa del sol; escuchar el dulce canto de los pajarillos entre las ramas y el ruido que ocasionan las corrientes de aire al colarse por entre las hojas, haciéndolas chocar las unas con las otras en una crujiente y natural sinfonía.
 
Qué grato me es poseer la libertad para conectar con el aquí y el ahora, para cerrar los ojos un ratito y con los rayos del sol abrazando mi piel permitirme ser 𝘩𝘶𝘮𝘢𝘯𝘢.
Pausa
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