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Entretejiendo Memorias

ENTRETEJIENDO MEMORIAS
« Esta caja contiene memorias escritas con hilo y aguja en noches largas y frías. Las reflexiones guardadas en ella construyen una etnografía, una etnografía que carga historias.
Hoy soy consciente de lo que se ha convertido la acción textil para mi, entre puntada y puntada he podido expresar lo que, muchas veces, me cuesta en palabras. Esta caja de memorias guarda desde los recuerdos vagos y acciones insignificantes de una noche, hasta la forma de remendarme por medio de un roto tangible que sostuve entre mis manos o la posibilidad de encontrarme con otros a través del bordado que más que contar un momento, cuenta su propia vida.
Construirla supuso un cambio en mi mentalidad, me permitió acercarme al bordado como una herramienta que es mucho más que puntadas bonitas e hilos coloridos y me hizo entrar en un mundo de conceptos y reflexiones que no habría descubierto si no hubiera ido de la mano con mis puntadas.
Espero poder guardarla y seguir llenándola de recuerdos que se hacen visibles por medio del textil.  »
ENSAYO TEXTIL 1
“El hacer textil es una forma de escritura” 
Me siento en la mitad de la mesa del comedor.
Tomo el liencillo y el tambor.
Miro por la ventana, es de noche, Bogotá está muy fría.
Agarro la aguja enhebrada y comienzo a bordar.
Pienso en mi día, en las horas que pasé en el trancón yendo a la universidad… carros y pitos que me hicieron fruncir el ceño de solo pensar en lo tarde que iba a llegar. Perfeccionista, controladora, estresada… rasgos que me caracterizan, falencias, puntos de quiebre que me hacen reflexionar. Me detengo, bajo mis dedos se cierra la puntada. Recuerdo, “Aprendemos a bordar para remendar esos miedos como el principal acto de resistencia” (Perez Bustos y Chocontá Piraquive, 2017, p.21) En seguida, vuelvo a empezar.
Ir y volver, hacia arriba y hacia abajo, salir y entrar, puntada tras puntada.
Quiero que mi bordado plasme un mensaje.
Mis puntadas se enredan, se entrelazan. Mis pensamientos se comienzan a hilar.
Más puntadas, más pensamientos vienen a mi cabeza “un punto basta para expandir un tejido” (Angulo y Martínez, 2016, p.20). A medida que crece, comienzo a entender cómo este textil cuenta mi momento del hacer, un momento íntimo en el que enredo mis pensamientos, un momento íntimo en el que me siento acompañada.
“Tejer y texto comparten la misma raíz etimológica latina: textere” (Angulo y Martínez, 2016, p.21)
Me detengo nuevamente y observo el texto que estoy construyendo. Pienso. Aprender a escribir no es solo saber expresar bien una idea, aprender a escribir trae consigo el saber hilar unas y otras ideas, así como en mi bordado se enlazan las puntadas que han desencadenado en este diálogo.
Alejo el tambor de mis ojos y me hago consciente del retrato de esta noche fría que quedó grabado en el liencillo. El bordado guarda las memorias del momento mismo de su creación, sueño con volver a verlo en unos días y que el retrato siga ahí.
ENSAYO TEXTIL 2
Remiendos como puntadas en la construcción de mi ser
Voy una, dos, tres, cuatro puntadas y mi cabeza ya empieza a irse a otro lado.
El pantalón entre mis manos tiene un roto enorme en la rodilla. Es un hueco que me habla, que me recuerda todas y cada una de las posturas que le di. Es también una muestra de la comodidad de mi cuerpo en tan delgada y elástica tela, y a su vez un recordatorio de caídas y tropiezos. Como aquella vez que me enredé con una zanja y rápidamente la fibra se fue deshaciendo sobre mi piel dejando rastros de sangre en él.
Levanto mi mirada y suspiro lentamente, debo volver a la tarea.
Procuro ser precisa con mis puntadas, que no quede ni rastro del hueco aquel. Pero entonces, ¿de qué me sirve tapar el orificio, si de mi memoria no se borrará instantáneamente el recuerdo de ese tropiezo? Tal vez la estrategia deba ser diferente. Existen múltiples posibilidades en la intención de remendar, en cada una de ellas quien remienda elige: volver a la comodidad de la identidad original o volver a trabajarlo de manera que cambie su significado (Köning, 2013)
Yo decido cambiar mis puntadas. Poco a poco voy construyendo un remiendo visible y no solo visible, sino protagonista. Dueñas de verdades, remiendos en la construcción de mi ser. Así, hago uso del textil como “un recurso para expresar, recordar y resistir al olvido” (Andradi, 2014 en Bello Tocancipá y Aranguren, 2019, p. 184).
Entonces avanzo con el hilo, me encargo de traspasar la tela como si de mi conciencia se tratara. Vuelvo y cuento los puntos. Van uno, dos y tres, y entonces lo entiendo. Así como las arpilleras se convirtieron en testimonios vivos de la historia de mujeres (Gana y Jenkins, 2016), mi remiendo pasó a ser un retrato viviente de mi propia historia. El avance del hilo representa una transformación en mi ser, en mi manera de acercarme a mis fracasos, para reconciliarme con ellos y aprender a aprender de ellos. 
Así pues, arreglar o remendar un objeto permite apreciar el valor del trabajo (Köning, 2013), pero esta vez de un trabajo interno para mirarme de una forma diferente. Un trabajo interno que busca visibilizar los remiendos de mi vida, en vez de esconderlos y hacer como si nada hubiese pasado.
Doy la última puntada, el hilo pasa despacio por la tela delgada y elástica y simbólicamente se convierte en el cierre de ese ciclo. El remiendo funge como reconciliador.
ENSAYO TEXTIL 3
Memorias de un tejido en construcción
Decidí esta vez sentarme con mis hermanos en un intento por escribir una noche con ellos. Se siente diferente bordar en colectivo.
Rafa nunca había cogido una aguja, enhebrar el hilo le cuesta, pero no se rinde a lograrlo. Y empieza coser, lo hace con cuidado, muy minuciosamente. Observo su mentalidad racional. Me mira con asombro cuando le enseño una nueva puntada, el mismo asombro con el que se percata de que con cada puntada aparece un recuerdo. No se detiene para contar la anécdota, continúa bordando su memoria, sus ganas por seguir recordando.
A Jula, por su parte, le cuesta comenzar. Le digo que se deje llevar por el hilo, que lo tome como guía para comenzar su recorrido. Sin embargo, se detiene una y otra vez a pensar en cada puntada. Los huecos por los que entró el hilo se comienzan a hacer evidentes. Huecos que permiten ver a través de la superficie, huecos que le muestran vacíos pero que la impulsan a cubrirlos.  Los remienda, así como lo hice con mi pantalón, en un intento por sobrepasar esos huecos que muchas veces encuentra en ella y no la dejan avanzar, pues las memorias deben destruirse y volverse a construir hasta que no duelan más (Anadolu, 2018). Está callada, concentrada en hacerse parte del textil mismo, encontrarse en sus puntadas. Sin esperarlo, lo entiende todo, levanta su mirada hacia nosotros y logra cerrar su primera puntada.
Nos quedamos callados por un momento, el silencio se apodera del comedor, se oye el susurro de las agujas atravesando la tela. 
Soy consciente de la situación. Intento interiorizar sus voces y recuerdos y entiendo la importancia de la escucha, la concentración que demanda y lo importante que es para ellos sentirse oídos (Luchadores, 2017).
Escucho. De los tres, soy a la que más le cuesta expresarse, soy bastante tímida, pero mis puntadas son más fuertes, más milimétricas, pues he encontrado en ellas la vía para expresar lo que siento.  
Entre recuerdo y recuerdo, nuestras costuras se hacen más grandes y potentes, encontramos en ellas un espacio para sanarnos.
Empiezo a unirme con ellos a través de las puntadas. Un pespunte se va formando, un camino que comenzamos a recorrer por los miles de recuerdos que empezamos a nombrar; una línea que viaja por el paisaje de memorias que creamos. (Ingold, 2007).
Cerramos por última vez la puntada y vemos la colcha de memorias y hechos que hemos ido creando. Esta no es una simple colcha, es el recuento de tres vidas, de tres historias que se han construido en paralelo y que cada día se encuentran, entre puntada y puntada.
Emilia Casas Lozano
Costuras: Activismo Textil
Universidad de los Andes 2021-2
Entretejiendo Memorias
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