Puerto Vallarta es, sin duda alguna, uno de los destinos turísticos más conocidos en México. Esta ciudad costera de aproximadamente trescientos mil habitantes recibe al año, en promedio, a 5 millones de turistas tanto nacionales como extranjeros. Para todos los que visitan esta ciudad, hay un sitio que a lo largo de los años se ha mantenido como el lugar al que se tiene que ir cuando estás en Puerto Vallarta: el malecón. 

Tras varias renovaciones a lo largo de los últimos 10 años, el malecón de Puerto Vallarta es actualmente un encuentro entre lo moderno y lo tradicional; un reflejo de la identidad de la ciudad misma.

El recorrido de una milla ofrece un paisaje pintoresco, los colores vibrantes están presentes en las pinturas y 

artesanías de los vendedores ambulantes. Malabaristas, mimos, músicos y escultores se encuentran siempre en el boulevard con un acto nuevo que ofrecer cada día. Los puestos y locales de comida tienen abiertas sus puertas desde muy temprano y no dudan en invitar a probar a todo aquel que va pasando.  

‘’Cuando visité Vallarta por primera vez, mi tía nos contó que existía la leyenda de que si caminabas todo el malecón de ida y vuelta, ibas a regresar a Vallarta algún día, así que eso hicimos. Un año después, mi familia se mudó a Vallarta,’’ cuenta Samarah, quien lleva viviendo en Puerto Vallarta desde el 2007. 

Siendo casi finales de mayo, una temporada relativamente baja para el turismo en la ciudad, aventurarse por las calles del malecón y el Viejo Vallarta nos da la oportunidad de conocer las historias de la gente que habita en esta zona, para quienes el malecón no es sólo un lugar para visitar, sino que es el lugar en el que vivieron experiencias formadoras.

Para Santiago, pasear por el malecón le trae a la mente la primera cita que tuvo con Mariana, con quien lleva en una relación desde 2016. ‘’Tuvimos nuestra primera cita en Bubba Gump, siempre nos gustaba ir ahí, hasta que lo quitaron. Pero cada que pasamos por donde estaba, sin falta, nos damos un beso.’’ Santiago visita Vallarta cada periodo de vacaciones que le dan, ya que trabaja en Washington, D.C, y aprovecha para visitar el malecón, siempre junto con Mariana. Así como Santiago, Diego también recuerda que una de sus mejores citas tomó lugar en el malecón. ‘’Estaba en quinto semestre de prepa y empecé a salir con una amiga que tenía desde que éramos pequeños. La primera vez que tuvimos una cita, nos quedamos de ver en el malecón, específicamente en la estatua del caballito de mar, donde nos conocimos. Ahí también fue donde la besé por primera vez.’’

Pamela viene de la Ciudad de México, pero su historia no tiene nada que ver con citas. ‘’Cuando escuché por primera vez que a la gente le encantaban los ‘camarones embarazados’ del malecón pensé que era algo súper extraño. Embarazados, ¿cómo y por qué? Pero cuando me llevaron a probarlos me di cuenta de que no eran literalmente camarones embarazados.’’ En la ciudad, uno de los platillos típicos y más populares es el camarón o pescado ‘embarazado.’ El nombre puede engañar a la gente fácilmente, pero se trata de brochetas de camarón y pescado adobado a la parrilla. ‘’Además, venden los mejores esquites guisados que he probado en mi vida. Ni en México los he podido encontrar así.’’

Roberto cuenta que antes de las renovaciones del malecón, a su papá y a él les encantaba sentarse en las bancas que estaban frente a la plaza. ‘’Nos sentábamos con un elote en la mano y nos poníamos a contar cuántos taxis pasaban cada minuto y a adivinar cuánto tiempo pasaría después de que pasara otro. Si pasaba uno verde, él me pinchaba otro elote.’’ 

Puerto Vallarta y su zona centro, como destino turístico, ofrecen una experiencia entretenida y agradable por la cual la gente va y viene cada año; es perfecto para quien busca divertirse.  Sin embargo, también se trata de un destino que es rico en historias sobre las cuales se ha cimentado la identidad de la ciudad; una ciudad que apenas ha dejado de ser pueblo y que recibe a quien llegue a ella con los brazos abiertos.