El sur espejo de mi alma. 

El sur me bajó el pulso, más bien me marcó uno nuevo. El pulso presente, aroma bosque, yerba húmeda con dejos de manzanilla. Marcó un nuevo ritmo turquesa y celeste. El sur me enfrentó a la transparencia de sus aguas y en consecuencia mi ser se reflejó y mostró aquellos destellos, rincones luminosos y lugares en sombra.

En la naturaleza conviven lo salvaje y la calma e intuyo que la invitación de la pacha fue justamente a habitar todas mis partes, mi esencia en equilibrio. Después de todo el bosque no sería lo mismo sin sus troncos caídos, arbustos con espinas y rincones difíciles de acceder. Siempre se encuentra un sendero que lo atraviesa y conduce a un sitio paraíso... la curiosidad es que paraíso es ese todo inmenso y su recorrido.

He caminado por recovecos en mi alma al igual que lo hice en el bosque, a veces con miedo, pues no sabía apreciar la parte salvaje, la parte oscura y desconocida. El lago me dejó ver su transparencia en las orillas pero para conocerlo había que atreverse a pasar su turquesa luminoso y nadar profundo al azul oscuro. La naturaleza sureña hizo un espejo con mi alma.

Cuánto le exigí a mi ser las veces que creía querer conocerlo. Cuántas veces me asusté de mis troncos caídos y me alejé de mi camino. Cuántas otras me enojé con mis arbustos con espinas y lloré. Es que conocerse es andar el bosque-alma completa y cada tanto correrse del sendero, trazar nuevo camino, nadar las aguas profundas, sumergirse y saber que hay algo inmenso por apreciar.
Después de todo la naturaleza simplemente es cíclica y presente. Cada quien la vive y la contempla a su manera, así como cada quien se deja atravesar por los paisajes a su ritmo.
No hay apuros, no hay tiempos exactos si decidimos conocer nuestro ser-paisaje con calma y aventura. 
Paisaje
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