El entorno natural en donde se ubica Terralta fue la principal fuente de inspiración para este proyecto. Descanso, refugio y un íntimo contacto con la naturaleza; son cualidades destacadas del fraccionamiento. Partiendo de la idea de crear arquitectura que se viva con todos los sentidos, se diseñó una residencia que se integra al entorno.
El proceso de diseño ha girado alrededor de un evento mundial que nos cambió la vida a todos. Una gran reflexión e introspección ha acompañado a la pandemia, haciéndonos conscientes de nuestra interdependencia con el medio ambiente y de la importancia del hogar como un espacio de libertades, serenidad y bienestar.
No sólo representa cobijo, también es símbolo de valores y aspiraciones, de unión familiar y convivencia. Este hogar pretende conectar con las emociones de sus habitantes, invitándolos a vivir una experiencia meditativa a través de sus espacios. Es una arquitectura sensorial que redescubre la importancia del contexto físico, cultural y social en el que se implanta; que busca evocar un profundo sentimiento de asombro por lo natural y reflexionar acerca de nuestro papel en la preservación del ecosistema.
Un enfoque colaborativo entre arquitectura y paisaje dio forma al diseño, desde la secuencia de entrada cuidadosamente coreografiada; a la permeabilidad visual y física entre espacios interiores y exteriores; a la interacción entre materiales arquitectónicos, luz y sombra. Agudizando los sentidos de distintas maneras, se generan ambientes únicos para cada espacio del proyecto.
Entendiendo que el diseño del paisaje tiene el poder de iniciar un respeto más profundo por el medio ambiente, se diseñaron espacios que ofrecen oportunidades para que los usuarios forjen nuevas relaciones con su entorno.
La residencia, como una instalación de arte que entiende y complementa su entorno, se vuelve una entrada monumental al fraccionamiento, invitando a todos a experimentar la magia de Terralta.
