concebir el diseño de un espacio funerario, de culto y luto ha sido de los proyectos más complejos que he realizado, debido a la gran cantidad de limitantes creativas, el peso simbólico y el cuidado del impacto emocional que puede llegar a causar en el usuario.

La muerte, proceso tan complejo o tan simple, según como se le quiera ver, imposible de definir; una fractura definitiva en la continuidad y permanencia, inevitable. La muerte se presenta en diversas maneras de acuerdo a las distintas culturas alrededor del mundo, pero todas ellas comparten como característica en común: un marcado culto y rito, duelo, respeto y trascendencia. En México, la muerte ha traspasado todo tipo de sentimientos y se ha convertido en una de las tradiciones culturales más importantes.

Pensar en el duelo como una de las emociones y necesidades principales del usuario fue el eje rector de la conceptualización del diseño interior. Se buscó crear un ambiente agradable, tranquilo y confortable mediante el uso de una paleta neutral, que integrara la gama cromática de la imagen corporativa del recinto. El uso de flores y plantas permitió rescatar el concepto de “jardín funerario” en donde la vegetación representa la vida, en un lugar donde se venera la muerte. La paleta vegetal fue seleccionada para crear una cierta frescura tropical, tan característica del Estado de Colima. La entrada de luz natural, así como la vista hacia el jardín exterior despiertan emociones de calma y bienestar. El ventanal funge como una conexión de lo interno con lo externo, a modo de limitante espacial, pero no de barrera visual.

Siendo la sala de velación uno de los espacios principales de todo el edificio, el diseño contempló la creación de una atmósfera de paz y tranquilidad, un lugar íntimo en donde los usuarios puedan permanecer por largo tiempo y ofrecer sus condolencias, ayudados a sobrellevar ese proceso tan doloroso e incierto, al lado de familiares y amigos.