Un fiel acompañante apareció en la vida de Ernesto, probablemente desde tiempos que él no recuerda. Ahora comparten la vida y las tazas; Joe está a cargo de él. A pesar de las pocas palabras que suelen salir de su boca, Joe parece estar un paso adelante inequivocamente en cualquier situación, siempre partícipe de lo que Ernesto nunca podrá exclamar.