“… para cuando al fin se percibió sonido, éste ya no provenía de hablas, sino de unas pequeñas pisadas dirigiéndose hacía algún punto en el horizonte. La otra gemela llamó a la que se alejaba, recibiendo respuesta en un eco indescifrable.
Las pisadas retornaban mientras las otras se alejaron a precipitar su encuentro. Se produjo un murmujeo receloso que pareció tramar un plan inocente. Al unísono, los cuatro pies comenzaron carreras torpes en direcciones contrapuestas, coronadas por el crujir del ramaje al ser flexionado. La decepción de lo que parecía una búsqueda infructuosa tornó menos veloces sus carreras y más erráticos sus rumbos.
Las pisadas retornaban mientras las otras se alejaron a precipitar su encuentro. Se produjo un murmujeo receloso que pareció tramar un plan inocente. Al unísono, los cuatro pies comenzaron carreras torpes en direcciones contrapuestas, coronadas por el crujir del ramaje al ser flexionado. La decepción de lo que parecía una búsqueda infructuosa tornó menos veloces sus carreras y más erráticos sus rumbos.
El sol comenzaba a privar de sí a la tierra y por los montes que las rodeaban, mucho antes de que en realidad desapareciera, ellas no lo verían más. Ante la incertidumbre volvieron a desparramarse por la llanura en un último intento. La confusión les hizo guardar silencio hasta que la brisa del ocaso pareció llevarse la luz. La oscuridad dio paso a un chillido de extravío tan pavoroso, que la otra niña con otro igual, lo intentó acallar. Se produjo una discusión o intento de consuelo que luego de unos segundos se agudizó en nota y urgencia. La noche trajo consigo nubarrones que necrosaron al cielo y sus estrellas…”
http://revistaterminal.cl/web/2012/01/gemelas-de-noche/
