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Escritura en las arrugas

Autor: Arydia Barajas
Título:  "Escritura en las arrugas" (versión digital 1)
Técnica y materiales: Lápiz sobre papel, estilógrafos y edición digital con Photoshop.  
2016
Autor: Arydia Barajas
Título:  "Escritura en las arrugas" (versión digital 2)
Técnica y materiales: Lápiz sobre papel, estilógrafos y edición digital con Photoshop.  
2016
Video online sobre cómo realicé, paso a paso, esta ilustración. Hacia la mitad del video da comienzo un ensayo curatorial sobre mi experiencia al dibujar el elefante para esta ilustración.
Lanza y espada que dibujé de manera aparte para la versión digital 1 de mi ilustración "Escritura en las arrugas".
Técnica y materiales: Lápiz sobre papel, estilógrafos y edición digital con Photoshop.  
2016
Fotos del proceso, paso a paso, de cómo iba dibujando únicamente con lápiz el elefante para esta ilustración
Breve ensayo curatorial sobre mi experiencia al dibujar el elefante para esta ilustración:
 
"ESCRITURA EN LAS ARRUGAS”
Lo más interesante de haber realizado esta ilustración no fue sólo haber logrado ese nivel de realismo mediante observación y técnica, sino algo más: que durante el proceso de haber dibujado la trompa del elefante, comencé a notar ciertos patrones en los trazos. Estas similitudes, de pronto comenzaron a parecerme familiares, pensé en que hay ciertos tipos de escritura muy diferentes a la nuestra con su abecedario latino; como por ejemplo la escritura china y el tipo de caracteres abstractos en su caligrafía. Encontré una similitud entre los trazos que definí para las arrugas del elefante y los que se usan en la escritura china. Más adelante recordé un libro de Roland Barthes, llamado “Lo Obvio y lo Obtuso”, en donde dice que el artista, como realizador de gestos, produce efectos que no son obligatoriamente los deseados por él, y que provocan modificaciones, o desviaciones. Cuando yo me propuse dibujar a lápiz todos esos detalles en la trompa del elefante, no estaba buscando trazar líneas que parecieran caligrafía china, fue un acto de intuición durante el proceso.
Dicen que escribimos para comunicar, pero llega un punto en el que la escritura ya no está en ningún lado cuando de pronto emergen esas especies de relámpagos inútiles, dice Barthes, que ni siquiera son letras interpretadas. Es cuando la escritura está de más, pero también puede que éste sea el límite extremo donde comienza de forma real “el arte”. En este punto, las letras formadas pueden no pertenecer a ningún código gráfico. Lo que yo encontré en el elefante, en realidad tampoco pertenece a ningún código gráfico. Podrían ser letras, o ideogramas, pero sólo si alguien les confiere significado o utilidad para algún lenguaje escrito. Barthes explica esta situación con un concepto al que llama “El sentido obtuso”, éste no se encuentra en la lengua, ya que si se quitara, la comunicación y la significación aún estarían allí. El sentido obtuso tampoco está en el habla, no tiene lugar estructural; es un significante sin significado, no puede describirse, digamos que es  imposible una expresión pictórica en palabras. El sentido obtuso es lo intangible, pero perceptible, algo que es y no es.
En cierto punto, Barthes suelta un referente muy interesante que estuve investigando y reflexionando, donde menciona que la escritura china nació del resquebrajamiento de un caparazón de tortuga recalentado.
Estos caparazones eran huesos oraculares, es decir, huesos usados en ceremonias de adivinación. Son objetos que datan de un período que cubre los últimos doscientos treinta años de la dinastía Shang, entre los siglos XIV y XI antes de nuestra era, hasta el 1200-1050 antes de nuestra era. A estos huesos se les hacían perforaciones en las cuales se insertaba una fuente intensa de calor, hasta que el hueso se quebraba en una forma semejante a un caracter llamado pinyin “卜, que en chino antiguo se llamaba “puk” y significa “adivinar”. Se piensa que es un pictograma derivado de la forma de dichas grietas.
Existe también un origen mitológico de la escritura china que se encuentra en la Recopilación General del Salón de la Literatura de la dinastía Han. Hay un fragmento que habla sobre Cang Jie, el astrólogo y ministro del Emperador Amarillo, perteneciente al clan Hougang. Se cuenta que Cang tenía cabeza de dragón, con cuatro ojos de un brillo misterioso, y por dentro era sabio y virtuoso. Nació sabiendo escribir. Se narra cómo estudió las mutaciones que ocurrían en el cielo y en la tierra, en ésta examinó los dibujos en los caparazones de las tortugas y las plumas de las aves, también en los montes y los ríos. Fue así como inventó los caracteres, inspirándose en las huellas dejadas por los animales en la tierra, y creó la escritura tomando todo eso de modelo.
Al punto que quiero llegar es fundamentar cómo llegué a un proceso y conclusión muy similares a la manera en que fue gestándose la escritura china. Debo reiterar que mis signos no tienen ningún significado, simplemente que algunos son parecidos a ciertos ideogramas chinos. Después de todo, la imaginación y las abstracciones primigenias del hombre no provinieron de la nada, sino de observar con atención el entorno. Pensemos en que no hay superficie virgen por reciente que sea, porque todo es, siempre, desde antes, áspero, discontinuo, desigual, ritmado por algún accidente; es decir, tenemos el grano del papel, luego la suciedad, la trama, el entrecruzado de los trazos. Pero lo que se impone, ya ni siquiera es el acto de la escritura, sino la idea de una textura gráfica.
En mi propio presente, he podido experimentar un acto de abstracción que no me diferencia de los hombres primigenios, y es algo que sólo pude descubrir mientras realizaba el dibujo realista de un elefante. Muchos dicen que no hay ningún contenido sustancioso que valga la pena en las obras de arte realistas e hiperrealistas, puesto que sólo son reproducciones miméticas de la realidad; esto es cuando se comparan con las ideas que sustentan a las obras de arte conceptual (por ejemplo). Se piensa que un trabajo de ilustración sólo sirve para comunicar lo obvio, pero no necesariamente. Cuando el proceso de creación llega a ser artesanal, o cuando se lleva a cabo un ejercicio de profunda observación y análisis espacial, no hay manera de que el artista ignore lo que está más allá de lo obvio, en este caso, y usando el concepto de Roland Barthes: los mensajes obtusos.
Montaje y enmarcado de la obra física original en la que incluí un acetato plástico a manera de diorama para escribir sobre éste los trazos que encontré en la trompa del elefante, que son parecidos a los caracteres de la escritura china (leer el ensayo o revisar la segunda mitad del video insertado desde youtube, incluido más arriba).

Foto comparativa con respecto al tamaño de la ilustración "Escritura en las arrugas". A la izquierda me encuentro yo junto a esta obra en exposición.
Escritura en las arrugas
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