Flor de gato

Cuando era pequeña, mi abuela contaba  una historia de un extraño ser el cual la visitaba todos los días.
Ella decía que este misterioso ser, tenía varias apariencias las cuales cambiaban conforme al temporada del año.
La familia tenía un terreno, en el cual sembraban diversidad de frutos y los cuales eran protegidos por el perro de mi abuela
Este perro tenía el nombre de Toby s, el cual era una cruza entre un buldog y pastor belga, a pesar de su apariencia ruda este llegaba a ser un perro muy juguetón
Mi abuela decía que este ser era demasiado tímido con toby s, por lo cual no llegaba ser grandes amigos, como ella le gustaría
Todos los días este ser se presentaba ante ella con regalos, los cuales era frutas del mismo huerto de su familia.
A pesar de que nuca se comunicaban por palabras, ellos dos encontraron el modo de se pudieran entender e incluso poder llamarse por sus nombre.
A mi abuela le gustaba demasiado, la temporada de invierno ya que aquel ser, tomaba la forma de algo similar a un gato negro, el cual ronroneaba cuando ella lo acariciaba.
Un día ese ser no llego y ella lo espero toda la noche. Al pasar los días este ser no llegaba y ella se sentía muy preocupada
Las cosechas dejaban de crecer y aquel extraño ser también dejo de visitarla, pasados los años y mi abuela con la de 20 años dejo de creer que ese ser volvería.
Un invierno mientras mi abuela cargaba a mi madre, noto como la rosa que le había regalado mi abuelo empezaba a florecer, como por arte de magia.
Días después mie abuelo llegaba a la casa muy tarde y mi abuelo le preguntaba el porqué de su demora, a lo que él le contesto, con sutil “Hoy se incluye alguien a la familia”
Aquel gato negro asombrado por todo lo que se le ponía enfrente, tenía algo muy en particular, decía mi abuela.
Pasaron los años y el jardín de los vecinos y el propio jardín afuera de mi casa, florecían y brotaban flores hermosas, las cuales aún hoy en día siguen floreciendo.
Una noche mi abuela animada por la luna, se asomó a su jardín y con leve vistazo vio escrito en la tierra, “espero no haber tardado tanto, para volver a jugar contigo” mientras aquel gato se sentaba y acostaba alado de aquel mensaje.


Un día azul
Un día mientras caminaba, por la calle me encontré con una librería muy particular, la cual era muy sombría en su exterior.
Al fondo de esta librería se encontraba un estante, del cual me llamo por un libro, aquel libro de pasta azul no tenía ni un título ni un autor solo la pasta azul
En su interior, en su primera página solo se leía aquella frase que decía ¿seguro estas de continuar leyendo este libro?
Fue ahí cuando el vendedor de esa misterios tienda se me acerco y me dijo, “ya ha habido varios que regresan ese libro y aun no se el por qué, solo es un libro en blanco”
 Aquel hombre se notaba alarmado, en alerta y yo no sabía el porqué de su extraña forma de hablar.
Yo tenía el dinero y la curiosidad suficiente para saber que tenía que tener ese libro entre mis manos.
Yo leía tan rápido y como las horas de la luz me lo permitían, ya que aquel libro tenía la particularidad que no se podía leer al caer la noche
En el libro se mostraban diversas historias las cuales, aparentaban no tener un final concreto, sino simplemente el resultado de las acciones de los personajes.
Tras cada historia que leía yo me sentía más identificado con el personaje de la historia de ese día y con comezón en mi hombro derecho.
A pesar de que leía a diario parecía que no avanzaba con las hojas del ese libro, pero cada vez aumenta mas mi comezón del hombro.
Un día la historia coincidió con lo que me había pasado cuando yo tenía 8 años y me caí de la bicicleta, parecía que el libro narraba mi historia 13 años después.
Yo estaba convencido de que las historias cada vez se acercaban más a lo que  ya me había pasado
Hasta que un día ese libro me narro la historia de un personaje con mi mismo nombre y confundido note que me contaba cosas que estaban a punto de pasarme
En algún momento de aquel día no aguataba la comezón de mi hombro así que corrí hacia el baño a ver qué era lo que me provoca esa comezón incesante, lo que resulto era una pequeña marca en mi hombro
En el verano de ese año, buscaba mi libro en mi estante pero este ya no estaba, solo encontraba páginas con letras enormes, las cuales al juntarlas decían, “es hora de leer al revés, No 4”.

Cuentos
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