El proyecto parte del entendimiento de nuestras ciudades como un palimpsesto, la coexistencia de distintas temporalidades que manifiesta el constante crecimiento y transformación de nuestras ciudades. Sus continuos cambios dejan vacíos urbanos, espacios abandonados aparentemente olvidados; cargados de lo ocurrido, pero de algún modo ajenos a las dinámicas de la ciudad contemporánea. Estos terrenos vagos, como de Sòla Morales define, son lugares donde la naturaleza rompe fronteras a distintas escalas, conquistando el vacío y exaltando de la mano del tiempo el proceso inevitable de la arquitectura hacia la ruina.
Dichos lugares abandonados, aparentemente inaccesibles, resaltan el vacío como el espacio con el potencial para revelar nuevas alternativas para abordar la renovación urbana. El proyecto busca (re) programar este paisaje postindustrial como un hotspot para la vida pública y la experiencia colectiva en la ciudad, desencadenando la revitalización del barrio como un nuevo clúster cultural, mientras se expresa de forma simultánea, cómo las características de la ruina enriquecen la materia y la arquitectura en el tiempo.