-UNA MÁS.
mural. facultad de bellas artes de madrid. año2018. pintura de pared. proyector. lapiz. molotow
-UNA MÁS.

La historia trata así: 
Cuando yo era pequeño, la mayoría de personas con las que congeniaba eran en su mayoría, chicas. Y yo era feliz, siempre era: las chicas y Luismi, o ‘mírale que solo se rodea de niñas’. Y a mi me parecía lo más normal, al fin y al cabo así era yo mismo y así era con quien conectaba y con quien estaba más a gusto, sin preocupaciones y sin juzgamientos por parte de ellas. Sin embargo, el resto de niños y claro que algunas niñas, no opinaban lo mismo y tenían la gracia de llamarme marica, niña, nenaza, algo así para intentar hacer daño vaya. Con los años y aunque yo con quien mejor me lo pasaba y mejor estaba era con ellas, me empecé a decir, por desgracia, que uno de los motivos por los que me insultaban era, también por estar siempre rodeado de chicas y pensé, que si de alguna manera me rodeaba de chicos y del grupo normativo, esos insultos cesarían. Y así en el paso al instituto, mi grupo de amigos era un grupo de chavales, majísimos, pero entre los que no destacaría como maricón ni me insultarían, además, sabiendo en los primeros años de adolescencia ya, hacia que derroteros tiraba mi sexualidad, sería encima, un buen escondite. Y aunque ese grupo hoy en día sigue siendo uno de mis grupos de amigos, como mi familia y seguí conociendo a mujeres maravillosas y rodeándome un poquito de ellas, me di cuenta que todo cambió cuando llegué a la universidad.

El primer año de facultad, ya nada más empezar, me rodee solo de chicas, y no fui consciente de hacer nada mal, no me importo, porque yo ya era libre, yo ya entre con una sexualidad abierta, no obtuve ningún rechazo por su parte, ni ningún tipo de comentario, simplemente pude ser yo desde el principio. De alguna manera siento que volví a esa infancia, en la que no importaba nada, en la que al que al decir que ‘en el grupo de la universidad era el único chico’, y decirlo a gusto e incluso llegar a pensar más adelante que: ‘así, mucho mejor’.

Y es que desde el primer día, al lado de estas mujeres, he aprendido, he podido ser mi mejor versión, me han enseñado mucho, he empatizado, y cada una de ellas ha estado en algún momento clave, tanto como cuando lo pasaba mal como cuando lo pasaba bien, y de alguna manera me han hecho un regalo, al mostrarme tantas cosas, al estar a mi lado y al darle de alguna manera más sentido a estos cuatro años. Y yo dije, y por qué no hacerles un homenaje a ellas, que cada una es distinta y a su manera, cada una tiene una luz y un color diferente al resto. Por qué no darle una despedida y un punto final con un mural, y que encima diese al exterior, a las piscinas, a ese lugar donde entablamos la primera conversación, sentadas en circulo, al borde de las piscinas y más perdidas que una aguja en un pajar. Un adiós, pero sabiendo que seguirán ahí, a lo largo de los años y que de alguna mañera también seguiremos nosotras ahí, aunque sea bajo capas de pintura, como cada una de las historias que hemos vivido en estas paredes. Y sí, digo una de nosotras, porque al final, yo he acabado siendo no como uno más del grupo si no como una más, y como una más de tantas que hemos liado y liaremos.
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