Como es de esperarse esto nunca seterminará de contar y menos de escribir. Como tantas historias silenciadas,tantos relatos olvidados así como tantas hojas rayadas de blog o documentosdigitales que no quedaron ni a la mitad. Cuentos de fantasía, ciencia ficción ysuspenso que terminaron en el olvido. Pero nunca es tarde para comenzar denuevo, nunca es tarde para recordar el ayer.
Recordar lo bien que se siente beber agua fría después de correr ysudar en el sol de primavera. Mojarte la cara. Recordar lo que se siente unapalmada en la espalda de ánimos, cariño y estima cuando ya no puedes más.Recordar a un amigo que estuvo cuando lo necesitaste, aunque nunca te distecuenta. Recordar beber un coctel en una calurosa noche y platicar por horassentado con buena compañía en la azotea contemplando edificios antiguos.Recordar música siendo interpretada por el agua y las luces, con miradastristes y algunas contentas que contemplan el espectáculo. Recordar ver coloresy sonrisas bailando a una y mil culturas de generaciones atrás de rincón arincón del país. Recordar una mirada extraña casi inexpresiva de alguien queaprecias. Recordar una sonrisa tímida sinpoder interpretarla. Recordar el delicioso sabor de un mole preparado contradición, que fue molido especia a especia. Recordar esos gustos y pasionesque has olvidado y ocultado profundo. Recordar que muchas de tus palabras yjuicios te los has tragado.
Que tus miedos se hagan realidad a veces es inevitable. Ya seanesos miedos a los demás, a las arañas, a la soledad. Miedo de quién eres, dequién serás, del fracaso o del éxito. Miedos que pueden paralizarte en algúnmomento. Otros que te van a tumbar y costará levantarte.
Aquel viernes, no como cualquier otro, trajorecuerdos, hizo sentir miedo. Fue inolvidable, pero dolió. Fue motivador perono fue fácil.
Prólogo
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Prólogo

Prólogo de Antologías Concurrentes, novela.

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