Dos personajes, Acrílico sobre lienzo, 210 x 100 cm. 2010
Puerta azul, Acrílico sobre lienzo, 210 x 100 cm. 2008
Personaje a rayas, Acrílico sobre lienzo, 200 x 80 cm. 2009
Saliente, Acrílico sobre lienzo (díptico), 200 x 160 x 5 cm. 2009
Puerta en azul, negro y gris, Acrílico sobre lienzo, 240 x 80 cm. 2010
Personaje y poste, Acrílico sobre lienzo, 200 x 170 cm. 2010
Puerta naranja, Acrílico sobre lienzo, 210 x 100 cm. 2010
A la sombra, Acrílico sobre lienzo, 100 x 280 cm. 2014
[...] Incluso antes que la publicidad, la pintura ensayó con probado éxito otro artificio: el de la re-presentación mimética de la realidad. Justamente es en el trampantojo barroco, en su reproducción ilusoria del entorno, donde Pablo Guzmán encuentra la fuente de origen de su acercamiento al arte. Sin embargo, en la plena conciencia de su papel como artista contemporáneo, no se contenta con pintar para el engaño, sino que despliega una base triple que le posibilita cuestionar al medio, al sujeto y al espacio de representados.
En cuanto medio, la pintura figurativa tiene aquí una aparente reivindicación de su función demostrativa de la realidad, que vendría a estar dada en su mímesis precisa de los espacios y sujetos representados, en sus colores, tamaños, texturas e iluminación. Pero un acercamiento al tema que porta muestra que con sutileza, distinto de usar la realidad llana como objeto último de la pintura, la toma para crear una realidad que la trasciende, y que por tanto es una realidad inexistente, que sólo tiene lugar en la mente del artista. Así, en lo delicado de ese gesto, la pintura toma por objeto de reflexión no a la realidad, sino a sí misma, como escenario plástico de la subjetividad.
El sujeto representado por Pablo Guzmán, entre tanto, es frecuentemente uno que le resulta cercano, alguien de sus afectos, casi familiar, que le es conocido en sus gestos cotidianos característicos. Aprovecha esta cercanía, que suma a su capacidad mimética de representación, para mostrarnos unas situaciones de aparente cotidianidad, escenas insulsas, podría pensarse en un primer momento, pero que en la revisión minuciosa nos muestra momentos de tensión misteriosa, de situaciones extraordinarias escondidas en gestos sutiles.
Del espacio puede decirse que tal vez sea el más evidente de los tres artificios, pues sus piezas con frecuencia son pensadas para lugares específicos, en los que encajan con dimensiones precisas, dándole continuidad a los elementos arquitectónicos circundantes. En este sentido, la obra le hace un guiño ineludible a la Instalación, a la que rinde un homenaje sobrio. Pero además de esto, como con el medio y el sujeto, nos encontramos con que también su espacio realista es así mismo inexistente, pues crea imágenes que dan continuidad a los espacios laterales, pero que no existen en la arquitectura. Así, entre una y otro elemento, nos hace una invitación a dejarnos llevar por el deleite de la pintura en mundos ilusorios, con lo que cuestiona nuestra percepción del mundo.
CARLOS GALEANO
Docente e investigador
