Unos lo tildaron de casa okupa, otros de galería de arte.

Lo cierto es que Tacheles, o mejor dicho Kunsthaus Tacheles, se convirtió en un referente de arte libre desde que en 1990 se instalasen allí unos cuántos artistas anónimos que quisieron llevar su arte a la máxima expresión y compartirlo con otros artistas y curiosos.

Pintura, escultura, escritura, fotografía, arte experimental, música... Todo cabía en Tacheles y de ese todo, me enamoré.

Era septiembre de 2008, finales del úitmo mes de verano para ser más exactos, y en el momento en que puse un pie dentro, sin tener ni idea de que esa casa de arte existía, me enamoré perdidamente del ambiente libre que allí se respiraba. Nunca me hubiera imaginado que 4 años más tarde, el mismo día que cumplía mis 27 veranos, esa casa cerraría por decidir, sus cuatro máximos "dirigentes", que era mejor venderla por un millón de euros. ¿Venderla? Sí, venderla, privatizarla, prostituirla, quitarle la esencia a una Galería de Arte mayúscula que fue la piedra angular teórica de lo que hoy conocemos como Fábricas de creación en ciudades como Barcelona.

Lástima, pena, repugnancia que en este siglo siga ocurriendo que el dinero vale mucho más que cualquier expresión artística o que la libertad de todo un colectivo de arte. Que la cultura no se vende, lo hemos dicho muchas personas por activa y por pasiva, pero que el dinero puede con cualquier ideal, es algo a lo que los idealistas nos tenemos que acostumbrar. Aunque nos joda. Y mucho.

Y sino, siempre nos quedarán los recuerdos, las vivencias, los viajes y las fotos que guardamos por error en un disco duro con nombre "olvido".

Tacheles, te descubrí por pura casualidad cuando paseaba por el Mitte del Berlín históricamente judío, caminando por Oranienburger Strasse mientras buscaba la Neue Synagoge, y caí rendida a los pies de tu edificio partido en dos.

Por esa casualidad, yo, al menos yo, dich nie vergessen.