En estos museos las esculturas son personas comunes y corrientes que jamás fueron concebidas para posar en dichos altares. Interactúan con los espectadores que en realidad están viendo otra cosa, una cosa, una escultura. Lo último que se imaginan es que podrían estar viendo un ser humano. En este escenario me pregunto: Cuando miramos una escultura híper realista, ¿qué intentamos asimilar?. ¿Es una persona la que el autor intenta ponernos frente a nosotros? Y bien, si así fuera el caso, ¿Qué pasaría entonces si en verdad estuviéramos observando a una persona real? de carne y hueso, con vida! ¿Sería entonces una Obra de arte? ¿La observaríamos esperando los mismos resultados? Con el recurso fotográfico y el montaje puedo experimentar de esta manera la relación entre la "persona-escultura" y el observador en plena acción. Ellos se encuentran (sin saberlo) interactuando en universos paralelos que pueden converger únicamente a través de la fotografía.

Serie fotográfica en proceso.