Esto es una road movie, rutas, baqueanos, paisajes de todo el país, encuentros, mensajes a distancia, un encuentro entrañable con alguien que no sé quién es, una sonrisa fugaz capturada en un jpeg, el árbol que me indica que voy por el camino correcto, la paleta de colores de la ropa que traje en el bolso ,el viento, la canción que me recuerda a alguien que me estará esperando cuando regrese, la polución de la ciudad, la tierra de la chacra, un pájaro irrumpiendo en el lugar, un animal atropellado en la ruta, recuerdo imágenes de todo lo que me paso en el viaje, pienso en el impulso inicial que me trajo  hasta aquí y que es lo que deje donde estaba.

Siguiendo las coordenadas fantasmagóricas de este viaje donde todo parece real, pero ciertos indicios, ciertos “momentos Dios”, nos hace pensar que hay algo atrás de todo, una energía que sostiene toda existencia, un más allá que opera aquí todo el tiempo. De repente en un barrio de Catamarca, entre calles de tierra aparece un castillo, como si hubiese surgido de la nada o del todo.

La bolsa es un elemento que contiene, también puede ser una unidad de medida de las cosas como en el almacén o en el dealer, está íntimamente ligada al consumo, las hay de tela, de plástico, de papel, de lona o de cartón, las hay transparentes como las que se usan para el pan, las hay de cartón impreso en dorado como las que usan las marcas de lujo o las de plástico con rallas de colores para ir al mercado, bolsas, bolsas, bolsas.

Lo que tienen en común es que pueden ser trasladadas por una persona para desplazar lo que  contienen de un lugar a otro.

El material que utiliza Candelaria en sus piezas son lonas de plástico que uniendo sus puntas funciona a modo de bolsa, como contenedor de cientos de prendas de vestir  para las ferias americanas.

¿Y si las bolsas tuviesen memoria?  Si recordaran todo lo que llevaron. Creo que para Candelaria es así, la trama del plástico tiene memoria y recuerda las prendas que contuvo,  los lugares que recorrió, como entro al país, la frontera en Jujuy, las chacras en Catamarca y el fulgor de Bs As.  

La trama del tejido  resiste el traslado y sostiene esa energía en su nueva función de obra de arte, se transforma  en símbolo, condensando toda la energía de un multiverso textil en clave chacana(3).

Catamarca se percibe tradicional, aferrada a la fe, aferrada a la tierra, la cultura se define en una pulseada entre la virgen y la pachamama.

El cielo es celeste como el manto de la virgen la tierra marrón como la tradición, entre estos planos de color, que definen el paisaje, existe una línea de horizonte sobre la que se construye la cultura. Pienso en cómo se desarrolla el arte de Catamarca sobre esa línea de tierra y cómo surge lo  “contemporáneo” en este paisaje.

Es como si en la provincia el arte contemporáneo o actual surge como naturalmente, aflora de las prácticas mismas de una comunidad  y no de una “evolución” de un periodo anterior o de una construcción académica. Se construye en sus acciones.

El vínculo de Candelaria con la provincia es afectivo, es familiar, decide volver y trabajar con y en este lugar porque es parte suya y en ese acto de amor propone una actualización sobre ciertos tópicos que en otras latitudes quizás se perciben ajenos a lo contemporáneo.

  

Un gesto inicial, como si un escritor de otra época hubiese volcado por accidente su tintero sobre el papel, parece una mancha preescolar o un test de terapia.

El negro sobre el papel se exalta sobre la superficie, la desborda, el papel es rígido pero puede cortarse con la mano.

El blanco socava la tela, surge por penetración del material, se manifiesta fantasmagórico como la impresión de una energía que viene de otra dimensión, la tela es sensible, cae, es suave pero no puede cortarse con la mano.

Yuxtapuesto ambos planos se complementan, como ying y yang , en un equilibrio por contraste, en un dialogo de opuestos en simbiosis infinita.

La abstracción en las piezas de cerámica se anula si pensamos en un panal realizado por insectos, o en el nido de un hornero, la cavidad deviene en hogar o en espacio íntimo, invita  a entrar casi obscenamente.

La tierra  se vuelve objeto contenedor, como una vasija “portaenergía”, como capsulas de tiempo,  para guardar recuerdos.

Quizás en Catamarca, como en otras provincias del NOA, la modernidad no se encarnó, no se hizo arte, entendiendo el arte como una forma de vida.

Entonces la tecnología como lenguaje actual produce un encuentro de tercer tipo en este contexto, entre un folclorista y un dj, entre una coplera y una rapera, el dialogo se produce de un modo casi fantástico. Me gusta pensar esta situación no como un enfrentamiento sino como un diálogo, como una oportunidad de hacer convivir dos visiones sobre una cultura.

La coplera y el dj son cultura  porque compran el pan en el mismo lugar.

Estos siete puntos, son como nodos de sentido, ideas que surgieron, energías que percibo en la obra de Candelaria y en el espacio de Castillo.

Los siento como chackras de un mismo cuerpo, como un cuerpo expandido sobre una superficie, centros de energía  como coordenadas que definen  un territorio, una constelación afectiva que construye Candelaria , como un universo privado que conecta diferentes cuerpos celestes, diferentes vidas, tomadas de la manos, veo una galaxia en su mirada.

                                                                                                                  Gustavo Nieto