Castillo de San Diego sigue siendo hoy día un icono para la bodega y un referente a nivel nacional. Su imagen ha ido sufriendo transformaciones a lo largo de los años hasta llegar a ser inconfundible su botella verde y su etiqueta con troquel de lápida.

La estrategia publicitaria de Castillo de San Diego había tenido como eje de comunicación durante años su identificación con el Sur, pero en 2011 había llegado el momento de ir más allá. La bodega necesitaba reposicionarlo y elevarlo de categoría en la percepción del consumidor. La reñida competencia y los años de liderazgo le estaban pasando factura al producto y había que plantearse una estrategia de comunicación integral que lo sacara de su zona de confort y lo volviera a hacer "visible" ante los ojos del consumidor.

 

Pensé, que, más allá del sur, había que volver a los orígenes del producto, al por qué Toto lo creó. Él buscaba un vino marinero, perfecto para pescados y mariscos y justo ese valor diferencial no se estaba recalcando en la últimas campañas. Claramente había que volver al origen y devolverlo al mar. Así fue cómo surgió la idea de centrar el mensaje en que el mar tiene un secreto y lo guarda en una botella. El Vino que Vino del Mar.

Comenzamos por vestir la botella para que dejara de ser "la botella verde de siempre". Nunca la marca se había atrevido a tanto. El vino se mimetizó, gracias a cuatro originales sleeves, en pulpos, boquerones, langostinos y mejillones.

Cada mes, los clientes de hostelería recibieron un modelo decorado diferente en cada caja de 12 botellas, de modo que, a lo largo del verano, pudieron completar la colección.

Para que el producto alcanzara notoriedad en los locales y garantizarnos que los clientes iban a querer mostrar las botellas sleevadas, la colección se completaba con un expositor de metacrilato.

Paralelamente, lanzamos una campaña offline que estuvo presente en prensa especializada en vino y gastronomía. Realizamos cuatro originales diferentes. Uno por cada modelo de sleeve. La gráfica mostraba la botella varada en la orilla, como llegada del mar, reforzando así el concepto de El vino que vino del mar.

Las acciones que desarrollamos online también fueron novedosas para la marca. Aparte de una campaña de banners en webs del Grupo Vocento, Unidad Editorial, Prisa y otra web afines, organizamos en colaboración con Canal Cocina un concurso de fotos y recetas con los productos del mar que vestían a Castillo de San Diego.

Aparte de los sleeves, que dieron mucho que hablar, lo más destacado de la campaña de relanzamiento de Castillo de San Diego fue la organización en bodega del evento "La Cocina que vino del Mar. Un encuentro gastronómico 5 estrellas".

Cinco cocineros del nivel de Iago Pazos, Marcos Cerqueiro, Raúl Aleixandre, Sergio Torres y Ángel León, fueron los encargados de demostrar cómo Castillo de San Diego es la pareja perfecta de platos con Estrella Michelín.

Moluscos, cefalópodos, crustáceos y pescado azul, tan presentes en la imagen customizada de las botellas, fueron los protagonistas de los showcookings maridados con el vino que vino del mar.

La convocatoria fue un éxito y su gran repercusión mediática consiguió recolocar a Castillo de San Diego en un lugar destacado en el imaginario de su público objetivo. No solo las ventas subieron, sino que su imagen se vió muy mejorada. Conseguimos llamar la atención de críticos gastronómicos de primer nivel y de cocineros de prestigio. El objetivo fijado con la campaña se superó con creces.

En 2012, continuando en este eje de comunicación de destacar el carácter marinero del vino, buscamos afianzar ese posicionamiento. El vino que vino del mar avanzó conceptualmente un paso más y se corvirtió en el mar mismo: El Vino del Mar.

El eje de comunicación se ha ido vertebrando con los años y aún hoy sigue siendo el paraguas conceptual de este vino.