Sinopsis: Un hombre solitario cuyo nombre nunca se menciona, añora una compañía que requiere de un urgente reemplazo. De alguna manera, su subconsciente recrea una mujer de  hermosura sin igual que lo invita a tener romances oníricos, pero a medida que se relaciona con ella, sucesos extraños ocurren a su alrededor.

LA MUJER DE MIS SUEÑOS:

Hoy tengo tantas intrigas, tanto miedo… Estoy perdido en un mundo donde no encuentro respuestas a nada de lo que me sucede. Cuanto daría por devolver el tiempo, pero incluso si lo hubiera hecho no sabría qué hacer y a lo mejor la historia inevitablemente se habría vuelto a repetir.

Mi vida era normal, vivía con mi madre y con mi hermano. Solía ser profesor de antropología en la universidad de donde me gradué. Pero todo empezó a cambiar radicalmente.

La vida empezaba a tornarse una simple máquina, totalmente mecánica donde diariamente hacía lo mismo, trabajar para comer y comer para trabajar. Ya había dejado de tener asombro, sorpresa o alguna excusa para salir de la rutina. Ya no tenía mujer, ella murió en un accidente de tránsito cuando estaba embarazada de quien sería mi primer hijo.

Normalmente andaba demasiado deprimido y solo me concentraba en intentar dar lo mejor de mí como profesor y rendir mucho en el trabajo, para no pensar, para no recordar, para no sufrir. Pero nunca pensé que mi vida pudiera tener un cambio tan drástico como el que tuvo y me tiene aquí como consecuencia.

Un día, como cualquier otro, empezaba a sentir la necesidad de una compañera, volver a tener a alguien que me amara como lo hacía ella. No quería aceptar que me sentía solo. Esa noche, según mi criterio de esos momentos, mi subconsciente no aguantó las ganas de imaginar todos esos sentimientos reprimidos mediante mis sueños. Empecé a soñar con una mujer de belleza sin igual, de cabello negro, ojos penetrantes y tez blanca. En el sueño ella era feliz, al parecer, porque estaba conmigo. No fue el único sueño que tuve con ella, desde esa vez mantuve un romance en las noches y por fin tenía lo que quería. Una nueva motivación nació en mí, dormir para volver a verla y disfrutar de mi vida desde mis sueños, ella mi la nueva razón, mi felicidad.

Terminé obsesionándome con ella , en esos momentos me sentía maravillado pensando que estaba a mi lado, aunque tenía claro que todo era solo un sueño todas las noches llegaba eufórico a la cama sabiendo lo que me esperaba, no había una sola noche sin ella.

Todas las noches eran así,viviendo un romance que pretendía pensar que era real.Hasta que un día en medio de mis sueños ella me llenó de besos que llegaron más allá del mismo placer, sus labios dejaron su marca en toda mi cara. ¿Cómo no iba a ser grandioso ese día cuando me levantara? Que ingenuo fui. Al mirarme al espejo la mañana siguiente mi rostro estaba lleno de marcas de un labial rojo intenso. No era posible, ningún sueño se materializa ni ahora ni nunca. Ese misterio sin resolver apenas fue el comienzo de mi locura.

La chica hermosa de mis sueños comenzó a obsequiarme libros, relojes o plumas que al día siguiente encontraba en mi cuarto. La consternación me contenía, no hacía sino preguntarle las razones de lo que sucedía y no me daba respuesta alguna, de hecho, no sabía ni su nombre y no quería dudar del amor fantasioso que había florecido entre los dos.

Después de asimilarlo, las cosas no se veían tan mal, el saber que una hermosa mujer inexistente me daba detalles que aprovechaba al día siguiente solo era una situación más allá de mi día a día, una manera que ella usaba para expresar cuánto me amaba. Claro que no compartía mi vida amorosa con nadie, podrían pensar que estaba loco, acaso ¿estaba loco? Por miedo a pensar en que había perdido la cordura, decidí callar. No duró mucho mi silencio, la situación se tornó incluso peor.

Las cosas que me mostraba en sueños dejaron de aparecer en mi cuarto, de repente, notaba que personas a mi alrededor encontraban los objetos y ni ellas mismas podían explicar cómo llegaban a sus manos. Aún no comprendo la razón por la cual esas personas simplemente desaparecían días después de sorprenderlos con esos artículos, pero estaba seguro que no podía ser coincidencia. Ya estaba extenuado de los sucesos tan perturbadores ¿¡Cómo encontraban esos malditos objetos!? No puedo explicar con certeza lo que en realidad sucedía; lo que sentía, las conclusiones y las conjeturas a las que llegaba eran absurdas, ilógicas, me sentía estúpido y el horror me invadía. Esa mujer acababa con todo aquel que me rodeaba ¡seres completamente reales!

Mis fantasías y mariposas en el estómago se convirtieron en terror y murciélagos revoloteando. Ya no quería dormir, eso sería la causa de la muerte de alguien más y no lo podía permitir. De nada servía, Morfeo me castigaba a los tres días de soportar la somnolencia, lograba llevarme a su cuna y me condenaba a asistir a un funeral más.

Entre mis luchas fallidas contra el sueño, la mujer con ojos penetrantes puso en mis manos un collar de perlas que, a juzgar por su tono amarillento debían ser falsas y vieja.  Estuve infinitamente agradecido que lo dejara en mi cuarto. Saber que en esta ocasión la víctima sería yo, me era reconfortante. Era justo porque de alguna manera yo era el homicida. No recuerdo con exactitud por qué me levanté a las tres de la mañana, me era menester dirigirme a las sala. Que tonto fui al no darme cuenta que tal impulso y agobiante ansiedad ocultaban algo.

Todo era totalmente oscuro y las baldosas transmitían el frío de la noche,  las dimensiones de mi casa y mi cuarto me eran completamente extrañas, sentía que caminaba por un terreno desconocido. Entre tropiezos y rastras pude llegar a la sala, caminé torpemente a oscuras como si hubiese olvidado que la luz estaba al alcance de un interruptor sin saber lo que me esperaba. Dí un paso más y una horripilante tensión me petrificó. Había encontrado el collar, sentí las perlas en mis pies, perlas húmedas y viscosas, el frío del suelo se tornó caliente y pegajoso… ya era tarde, la sangre de mi madre bañaba el salón. Era suficiente, llamar ataque de ira a tal escándalo que causaba era poco.

Mi hermano, debido al alboroto llamó a urgencias y me sedaron mientras el cadáver de mi madre se desvanecía poco a poco de mi vista. Minutos después, una ambulancia me llevaba directo al psiquiátrico. Intentaba desesperadamente explicar toda la historia para evitar más muertes inocentes, sin embargo, las enfermeras encargadas de dejarme en mi habitación me ignoraron todo el camino, solo me informaron a secas que pronto me atendería un doctor. Fue allí cuando ella entró.
Relato
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Relato corto de suspenso

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