Confió en nosotras cuando lo invitamos a caminar desde el Solís hasta Ejido.
 Dijo que sí, aunque caminar con unos championes que le hacían ruido a taquito distraía toda la conversación. 
Jonathan confió en nosotras aunque fueran las doce de la noche y el cielo amenazara con gritar lo que él no podía. 
Nos contó que él no rastrillaba más, que se la había dado con un poco de coca y se fumó unos porros para bajar un cacho la ansiedad, “sino en la mala, nadie te da un mango” y el necesitaba para dos boletos, porque esa noche le iba a dar la sorpresa a la vieja de un laburo que consiguió descargando cajones de verduras en Ciudad Vieja. 
Esa noche la mamá lo iba a dejar dormir calentito en una cama,si llegaba mojado, se pegaba una ducha, y se ponía otra pilcha, así intentaba dormir un cacho, si es que los nervios del laburo lo dejaban pegar un ojo. 
Jonathan tiene varios hermanos, aunque solo nos contó de la de quince, que ya se anda floreando con los pibes del barrio, pero él no la deja coger ni a palo, porque antes le da un rosquete para sacarle todas las ganas, porque el sabe como son los pibes como el, que piensan con la pija y no cuidan a las minas. 
Empezó a llover y los pasos se pusieron a tono con las palabras cargadas y agitadas de Jonathan, le dimos unos pesos para que se pegara un pique y llegara a tomar el bondi. Nosotras caminamos lento dejando salir burbujitas de los championes rotos y acompasamos el paso sin hablar. 
A veces el azar anda haciendo relajo con niños grandes que buscan un norte, a veces los niños grandes buscan que suceda un poco de magia, que sacuda a un grande que todavía puede ser niño.
Jonathan
Published:

Jonathan

Published:

Creative Fields