Juan Carlos Rincon Lobo's profile

Bienaventurados los Debiles



Todo fue difícil en mi vida desde el inicio. Me tuvieron que ayudar a nacer. Mi mamá puso cinco huevos como el mío. Mis hermanos rompieron el cascaron sin problema, con una fuerza que a mí nunca me fue concedida.

Todas las mañanas el señor de la granja venía a alimentarnos, todos corríamos a su encuentro pero yo nunca llegaba primero. Mis hermanos eran más grandes y más fuertes, con un solo empujón me tiraban al piso. Luego de unas semanas estaba tan flaco que no podía levantarme. 

Nuestro padre, con su plumaje negro brillante, cacareaba todas las mañanas al salir el sol en lo alto del corral, desde allí nos controlaba el solo mirarlo me daba miedo.
Mi madre, la gallina, sabía que no tenía esperanzas conmigo, y no hacía mucho esfuerzo para que pudiera comer primero. Su prioridad eran mis hermanos, tan bellos con sus plumas amarillas, fuertes como el sol, eran todo para ella.

ESE LUGAR DONDE NO VAN LOS DÉBILES 

Tan débil estaba, que el señor de la granja comenzó a alimentarme dándome maíz de su mano. Yo lo aceptaba desesperado, estaba muerto de hambre. Mi plumaje no brillaba, pero comencé a recuperar fuerzas para poder incorporarme y al menos cacarear levemente. Mis hermanos me miraban de reojo. Habían crecido, se los veía enormes al lado mío. Sus crestas rojas en alto eran tan intimidantes para mí como nuestro padre el gallo.

El tiempo pasó y ellos crecieron, yo seguía siendo el más flaco y débil del corral. Nunca competía por territorio ni alimento, por miedo a que me lastimaran. Me acurrucaba entre mis plumas adonde podía, normalmente en una esquina alejada del gallinero.  

Un día después de varias semanas, el señor de la granja llego y entró al corral. Nos miró fijamente, uno por uno. A mí me dio maíz de su mano, como siempre hacía, y  luego me apartó del grupo. 
Mis hermanos tenían sus crestas altas y sus pechos gordos hinchados. El seleccionó a uno de ellos  y se lo llevó diciendo unas palabras que no entendí. 

Nunca volvimos a ver a mi hermano. Así paso el tiempo, mucho tiempo. El señor de la granja se los fue llevando uno a uno. Hasta mi padre, el gallo, fue reemplazado por otro gallo joven, que cacareaba mucho más fuerte en las mañanas. 

Ahora solo quedamos mi madre y yo en el corral. Hace poco supe que va a poner más huevos y que voy a tener hermanitos, que van a ser más pequeños que yo. Estoy muy feliz!

CUÉNTAME EL CUENTO DE LA GALLINA OTRA VEZ

Sigo siendo el más flaco de los pollos del corral, y ahora sé que el señor de la granja nunca me va a  llevar a mí, a ese lugar donde no van los débiles. Pero disfruto cada momento. El viento entre mis plumas, aunque no brillen como el sol. Las mañanas cálidas y el acurrucarme junto a mi mamá en las noches cuando hace frío.  El ser el más débil de los pollitos del corral, no es tan malo como parece, todo depende desde donde lo mires.

Es tarde ya, el sol se está ocultando y mi mamá está encubando a mis hermanitos. Es hora de ir a descansar. 

¿Qué más puedo pedir?
Quizás, que me cuenten el cuento de la gallina otra vez.






La Madre de los pollitos es una reina indolente, alimenta solo a los que son fuertes y hermosos pero descuida al que apenas puede ponerse en pie. Invierte su fe solo en aquellos que pueden sobrevivir y tener posibilidades de un mejor estatus social.
El padre es un rey soberbio y arrogante que no soporta la debilidad, quiere a sus hijos mas fuertes que puedan heredar su reino de gallinas, no acepta a los pollitos que muestran rasgos de sencillez, humildad, y debilidad. Los fuertes nacieron para reinar.
La sagrada familia esta orgullosa de su linaje, no conocen la pobreza, no conocen el dolor, no aceptan el fracaso, ellos son los fuertes del gallinero, los que nacieron para comer, para engordar, para oprimir a los débiles. 
La Reina solo alimenta al preferido con sus grandes porciones de maíz, su cuna de oro brilla de hermosura y resplandece sobre la cuna de los pobres. Lo que sobra de sus banquetes va a la panza de los humildes, el débil agradece a dios por esa bendición. 


Un Huevo de gran poder y belleza es encubado con mucha esperanza, es el heredero de el amor y todo el poder de los fuertes. Un huevo pequeño y sencillo es el mesías que cargara todo el dolor del mundo, pero reinara junto a los débiles.

  
¿Cual es el propósito de engorar tanto y acumular poder dentro de un gallinero? Los pollos gordos definitivamente son bellos y  saben mucho mejor que los pollos flacos, tienen grandes muslos que son ideales para combinar con zanahorias, papas, cebollas y demás especias. Si hay que elegir un pollo para una fina y costosa cena hay que elegir al pollo mas fino y fuerte del gallinero. 




Nadie sabe para quien engorda, nadie sabe para quien es su fortaleza, en la cocina de los dioses es donde se decide quien muere en el reino de las gallinas.


Bienaventurados los Debiles
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