Es un chocolate que busca solucionar un problema de preferencias de consumidor, por medio de una imagen tosca y masculina, con una comunicación dinámica en Redes Sociales. Principalmente encontramos, en conjunto con Matías Salgado (publicista), que la industria se dirigía principalmente a la sensualidad desde puntos de vista, femeninos o elegantes, y al ámbito infantil: Con confites que incluyen chocolate a un precio más accesible; Eso sin mencionar que, en Chile existen prejuicios respecto al hombre y su relación con las cosas “dulces” dejándolos menos varoniles.

Para cambiar la situación, se desarrollo una marca gráfica con una tonalidad tosca, fuerte y varonil, basándonos en la onomatopeya de un grito, elementos del constructivismo ruso y la cerveza de Bogotá, se llego una identidad imponente para el chocolate, y en conjunto se construyó un packaging, con un atributo diferenciador, la capacidad de partirse por la mitad para ser compartido o fácilmente ingerido; Así puede ser visto como un producto más “agresivo”, sin dejar de ser una forma simpática de transmitir el valor hacia el cliente.