En los paisajes de Emanuel Saldaña pareciera no haber una ruptura de órdenes distintos, como si éstos pudieran cohabitar armónicamente. Sin importar su disminución en la representación, entre más se idealiza esa ruptura, más se singularizan los cambios que experimenta la naturaleza por la acción del hombre.
La racionalidad bien puede ser atributo de la imagen, difícilmente del hombre contemporáneo.
