El Puerto de Santa María (Cádiz) / España
La zona residencial en la que se encuentra la vivienda tiene su origen en un proceso de parcelación ilegal y posterior edificación fuera de ordenación. La parcela, con estas connotaciones iniciales, una vez consolidada y legalizada la situación urbanística de la zona tiene un enclave realmente privilegiado. Situada en el borde de la zona residencial linda en su frente a calle con el pinar de la playa de la puntilla. Esta situación y la propia orientación de la parcela condicionaron la implantación de la vivienda en la misma. Consistía en darse la vuelta, olvidarse del crecimiento incontrolado,...del caos, y mirar y contemplar la naturaleza más autóctona que nunca. Y también en meterla dentro de la casa, situándose al fondo y creando un manto verde como prolongación del pinar.
Con estas bases tanto la distribución en planta como la propia volumetría de la vivienda responden a esta idea. Las estancias de día, salón, comedor y cocina franquean el porche como espacio de transición entre el interior y el exterior de la casa. En la parte trasera se sitúan los dormitorios de los niños. En planta baja todos estos espacios se organizan alrededor de un gran vestíbulo. La planta alta esta reservada para el núcleo de matrimonio formado por dormitorio, baño y vestidor y por una terraza, verdadero mirador desde el que se alcanza a ver tras la trama de pinos, el mismísimo mar.
La zona residencial en la que se encuentra la vivienda tiene su origen en un proceso de parcelación ilegal y posterior edificación fuera de ordenación. La parcela, con estas connotaciones iniciales, una vez consolidada y legalizada la situación urbanística de la zona tiene un enclave realmente privilegiado. Situada en el borde de la zona residencial linda en su frente a calle con el pinar de la playa de la puntilla. Esta situación y la propia orientación de la parcela condicionaron la implantación de la vivienda en la misma. Consistía en darse la vuelta, olvidarse del crecimiento incontrolado,...del caos, y mirar y contemplar la naturaleza más autóctona que nunca. Y también en meterla dentro de la casa, situándose al fondo y creando un manto verde como prolongación del pinar.
Con estas bases tanto la distribución en planta como la propia volumetría de la vivienda responden a esta idea. Las estancias de día, salón, comedor y cocina franquean el porche como espacio de transición entre el interior y el exterior de la casa. En la parte trasera se sitúan los dormitorios de los niños. En planta baja todos estos espacios se organizan alrededor de un gran vestíbulo. La planta alta esta reservada para el núcleo de matrimonio formado por dormitorio, baño y vestidor y por una terraza, verdadero mirador desde el que se alcanza a ver tras la trama de pinos, el mismísimo mar.
