Desbordante riqueza, etérea.
Consumiendo mi pobre alma
llamándome al despojo
del rechazo de todo sentir,
y la conciencia del pleno
esfuerzo, complacencia y ternura.
Batalla en donde está en juego
lo frágil de volver a lo cotidiano,
y empiezo a recaer en el recuerdo,
escrupulosamente vuelvo al presente.
Y entre las risas me pierdo,
los sonidos comienzan a danzar
y resuenan.
Terminan los labios fundiéndose
entre sí.