Las primeras jornadas sobre el acoso y ciber acoso escolar se enmarcan dentro de un plan de protección a la infancia y adolescencia local.
Cuando desde el departamento de Servicios Sociales solicitaron el diseño de la imagen gráfica del evento me dejaron total libertad creativa, poniendo un único requisito que la imagen debía reflejar un aspecto positivo, dar una esperanza de solución ante tan complicado problema.
El problema del acoso escolar en la actualidad es sin dudas preocupante y no para ser tomado a la ligera.
Pero es igualmente cierto que tanto quienes lo sufren como quienes lo ejercen pueden sentirse mayormente atraídos por un tono en la comunicación que deja ver una salida, que da pista sobre las soluciones más que sobre la problemática.
Tras una recopilación de materiales gráficos sobre el mismo tema, saltaron a la vista los clichés visuales: abundan los carteles sombríos, con un victimario proyectado de manera vil y casi monstruosa, y una víctima que sufría en total indefensión. Un enfoque básico y pesimista que por contraste dejó claro cuál era el camino para que nuestro evento se lograra diferenciar y destacar.
La solución gráfica muestra a una persona saliendo, literalmente, del oscuro pozo del acoso. Sale de la oscuridad hacia el aire libre, mientras cuenta con la ayuda de una mano que le muestra que no está solo.
Además de los diferentes materiales impresos producidos para repartir durante los días del evento, se proyectaron carteles, piezas de prensa y medios exteriores para visibilizar las jornadas.
Un corto de animación ahonda en el pensamiento detrás de la imagen gráfica y sintetiza el horror vivido durante el acoso y el valor que conlleva salir de éste.
El video se proyecto en televisoras locales y se difundió localmente en redes sociales.
Finalmente se dio un seguimiento y adaptación de las piezas a variados formatos antes, durante y después del evento en redes sociales, logrando constatarse el éxito en asistencia y atención de los medios al mismo.
