Carla Vera's profile

Reseñas disqueras y Rock N' Roll

Miles Davis es inmortalizado en una nueva colección

Cuando se habla de Miles Davis se habla de reinvención constante. Se habla de solos potentes de trompeta. Se habla de un artista que se rodeaba de músicos mucho menores a él para contagiarse de la contemporaneidad. Se habla de música neoclásica. De un funk abstracto. Se habla de presentaciones en vivo que viajan de lo pasivo a lo explosivo. De una batería que dibuja atmósferas con sus beats. De órganos psicodélicos. De teclados que se apoderan de cada barrido de teclas. De fusión. De exploración. De improvisación... Cuando se habla de Miles Davis se habla de música nítida, arriesgada, feroz, potente y de territorios sonoros desconocidos. 

La reencarnación musical del astro de la trompeta (nacido en 1926 en Illinois, EEUU) se da en 2014 con la compilación Miles at the Fillmore. El álbum viaja a Nueva York (Fillmore East) y San Francisco (Fillmore West). Son cuatro presentaciones en vivo que el músico dio en 1970. El repertorio es el mismo. Pero, si se habla de Davis, no se habla de linealidad, mucho menos shows predecibles... 

En este álbum, Miles aterriza en nuevo territorio. Pasa de las influencias clásicas que dejaron en él Wayne Shorter, Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams, y explora dentro de su tendencia hacia lo electrónico mezclado con lo jazzero. 

En las cuatro noches, Keith Jarrett toca el órgano. Brilla en sus solos. Son tan potentes que se parecen al de una guitarra eléctrica. Chick Corea, desde el teclado, acompaña las tonadas con tintes más clásicos. Las texturas pesadas se difuminan con el contrabajo de Dave Holland. Son simples, son directas. Desde el saxo, Steve Grossman no brinda mayor sorpresa. La batería de Jack DeJohnette es a ratos explosiva, a ratos funky, a ratos rockera... La protagonista indiscutible es la trompeta de Miles. Tan versátil, tan efervescente, tan envolvente, tan espiral. 

Los conciertos abren con el tema Directions, una composición de Joe Zawinul. Los contrastes se ven en cada disco. En una noche los músicos prefieren que la canción sea más relajada, más pausada, en otros, el ritmo acelera, así como los beats. The Mask, Bitches Brew y The Theme también seducen en los aproximadamente 11 minutos que duran. (CVC)
 
Miles at the Fillmore:

País: Estados Unidos

Sello: Columbia 

Año de grabación: 1970 

Año de publicación: 2014

Productor: Teo Macero

Género: jazz
Future Islands trae un pop teatral servido en 10 canciones
 
Dramático. Espiral. Romántico. Energético. Singles es la más reciente producción musical de Future Islands. La voz de Samuel T. Herring, frontman de la banda, brilla en las 10 canciones que conforman el disco. Es glam, es sentida, es simétrica.

La dualidad está presente en las letras. Los polos opuestos musicales se atraen en Singles y crean un pop bastante limpio, lleno de elementos e influencias del synth pop y el lo-fi. Herring es de esos músicos que se desnudan vocalmente. No hay trabas, no hay inhibición. Una prueba es Sun In The Morning. A ratos suena a un tema que se perdió en el tiempo, que llegó desde la época disco y que luego avanza hasta la era dorada del pop setentero. Los teclados acompañan a los dramáticos vocales. Herring prácticamente llora en el micrófono, pero no es un llanto sufridor, sino que es un lamento que rompe con su respiración, una imploración teatral, todo en 3:48 minutos.

Doves se siente como unas vacaciones por Hawái. Los riffs acompañan al “uhhh hooo” de Herring. En este tema sube y baja de tonos. Susurra. Grita, armoniza, suelta su voz... Tiene múltiples personalidades vocales, como si estuviese compitiendo contra su propia voz. Hay mucho melodrama, mucho cabaret, mucho teatro. Un nocaut sonoro.

El bajo, la guitarra y la batería brillan en la intro de Light House. Tiene una onda new wave. La voz de Herring es más suave. Esa misma suavidad se esfuma en Fall From Grace. Gritos carrasposos al estilo del hard rock escapan de su multifacética voz. El álbum se cierra con A Dream Of You and Me. Las teclas de un piano y un sampler retumban. Y llega la voz, que ya fue protagonista en todo el disco. Esta no es la excepción, pero musicalmente el tema también se encarga de armar una escena nostálgica. Los riffs de guitarra chocan con el recorrido lírico y vocal. Singles es una historia cantada. Singles es el mejor disco que hasta ahora ha producido Future Islands. (CVC)

Singles:

País: Estados Unidos

Sello: 4AD

Duración: 42:11

Año: 2014

Productor: Chris Coady

Géneros: Synthpop
Beck regresó nostálgico en su CD Morning Phase
 
Musicalmente, Beck lo ha probado de todo. Desde tonadas con toques blueseros y rockeros, hasta la psicodelia que vacila con desenlaces country que se rompen con sintetizadores y estribillos repetitivos. Ese Beck -el sarcástico e irónico en temas como Loser y Gimme- es ahora el nostálgico y solitario músico que plasma en Morning Phase sus emociones más intensas y las heridas que le ha dejado el desamor.

Líricamente, el disco recorre los caminos que el artista ya pisó en 2002 con Sea Change: la soledad, el desamor, la inseguridad... El nuevo larga duración se ubica en la zona de confort del intérprete. Cae en un lugar seguro.

Un desahogo constante a lo largo de 13 canciones. Una despedida. Un nudo en la garganta. La estructura de las letras no sorprende, es lineal. Pero Beck se luce como productor musical.

En Morning Phase explota su técnica vocal al máximo y pinta atmósferas acompañado de guitarras acústicas. Las seis cuerdas se inmiscuyen en melodías que parecen sacadas de un disco de Brian Eno.

Blue Moon es el sencillo promocional del disco. Es un tema cautivador y nostálgico, que sufre constantes transformaciones sonoras. Quiebres melódicos con toques folk juegan con el bluegrass y crean una envolvente experiencia musical. Acompañada, claro, de los lamentos: “Don't leave me on my own”, repite el músico una y otra vez.

La canción Cycle abre el disco y marca el tono sonoro. La melodías sinfónicas fueron conducidas por el papá de Beck, el compositor David Campbell. 

El duodécimo álbum de estudio de Beck es un relato cantado acerca de qué hacer cuando la vida se ha ido al carajo y la ironía ya no alivia el dolor.

Las armonías sonoras que utiliza son tan potentes como sus falsetes en Morning. Las melodías son cálidas, el lenguaje es frío. Los contrastes sonoros son fuertes, el lenguaje es frágil. 

Las contradicciones musicales y las emociones de Beck dan como resultado un álbum que brilla sonoramente... con un par de kleenex al lado. (CVC)
 
Morning Phase:

País: Estados Unidos

Sello: Capitol Records

Duración: 47 minutos

Año: 2014

Productor: Beck

Géneros: rock alternativo, folk rock.
Da Pawn cuenta seis historias en seis canciones
 
El nuevo disco de la banda quiteña Da Pawn es un recorrido sonoro potente y un viaje de ida y vuelta en el tiempo. En El peón, la banda experimenta con diferentes géneros musicales como el folk, el rock y hasta un poco de psicodelia.

Temas como Cambio de tonalidad parecen sacados de un vinilo de los años setenta. A Mauro Samaniego, vocalista y guitarrista de la banda, lo inspiró el disco Pet Sounds (1966), en el que los Beach Boys jugaron con las capas, las armonías musicales y utilizaron instrumentos poco comunes, como campanas de bicicleta, latas de gaseosas y ladridos de perro. Algo a lo que Samaniego quería llegar con El peón. Los Da Pawn utilizaron ollas, panderetas, shakers y diferentes elementos de percusión. Esta base rítmica se fusiona con letras íntimas, repletas de emociones lúcidas. Juntas, conforman el disco al que lo único que se le puede refutar es que no haya sido un larga duración. 

Es el músico de 23 años quien compone las canciones. No piensa en géneros: puede pasar de la samba brasileña al folk y de una melodía acústica delicada a explotar sonidos rock, como en Dibujo por hoy y Reloj de arena. 

En la banda se suman Fernando Prócel (bajo), Alejandro Naranjo (guitarra), Pedro Ortiz (batería), Felipe Andino (teclados) y Rodrigo Capello (guitarra, voces, percusión). Una agrupación de músicos y amigos que grabaron 13 canciones en cinco días. De estas, seis conforman El peón, EP que fue lanzado el pasado viernes en una noche de música y celebración en el bar Cría Cuervos.

Su sonido en vivo es sólido y nunca dejan atrás el factor sorpresa. Solos de guitarra se contrastan con choques sonoros en los que cada uno entrega todo de sí al público.

Los temas nuevos también son parte de sus conciertos en vivo. Un tema con tintes rock, aún sin nombre, y Hay luz roja (que tuvo como invitada a Paola Navarrete) se presentaron en el bar. 

Los fans de los seis músicos repletaron el lugar: un público que coreó con especial emoción el tema Cambio de tonalidad, un relato cantado de desamor y nostalgia. Los falsetes de Samaniego son un elemento recurrente en los temas. Se asemejan en ocasiones a los del cantante inglés Alex Turner en el soundtrack que compuso para la película Submarine.

Little Joy, The Beatles, Elliot Smith y Bob Dylan son algunas de las influencias musicales que inspiraron la composición de este disco. Fue grabado en una casa de campo, en un ambiente relajado, lejos del ruido de la ciudad y sin los tiempos limitados de un estudio. (CVC)
 
El peón:

Año de lanzamiento: 2014

País: Ecuador.

N.° de canciones: 6

Productores: Felipe Andino y Mauro Samaniego. 

Mezclado en: Estados Unidos.
Diseño: La Hormiga
La fusión de Jazz the Roots engancha el oído
 
Publicado el 19/Marzo/2014 | 00:03
 
Con audífonos y en modo aleatorio, el disco autotitulado de la banda Jazz The Roots es puro goce. Lo más destacable de este álbum es que las 10 canciones que lo conforman nunca olvidan el factor sorpresa. 

El grupo guayaquiteño-chileno pasa del reggae al funk y del dance hall al jazz… Rompe el CD con  melodías suaves marcadas por la potencia de la batería, juega luego con los géneros, con los sentidos y con las emociones.

El viaje sonoro se inicia con La desconocida, tema compuesto Raúl Molina, baterista del grupo. La canción marca el tono del larga duración. La intro –con tintes mathrock y oscuros– se decora con la guitarra de Gabriel Jofré. Luego, entra el teclado de Miguel Gallardo. Y el saxofón de Luis Sigüenza hace de las suyas enrumbado por el bajo de Ismael Villaroel… Él es autor del siguiente tema, Libertad. El reggae y el funk se infiltran en las melodías. 

Riffs de guitarra del más puro estilo jamaiquino, un solo de piano que sube y baja los ánimos, una batería impecable y, siempre,  un saxo que brilla sonoramente son los highlights de la canción.

Si se habla de mezcolanzas musicales que enganchan, la novena canción del disco: Libertad featuring Guanaco, tiene todos los ingredientes para crear una atractiva combinación. Es un rap, con riffs de reggae, con un saxo jazzero. Una fusión musical de la que los Jazz The Roots se han apropiado.

Otra melodía que brilla es Al calor de las perlas, una perlita musical que crea, en un inicio, una atmósfera nostálgica. El saxo genera un raro efecto de aire de páramo justo antes de que la canción explote y se desarrolle, con un envolvente y poderoso solo de guitarra como cumbre.

Tripalien también es parte del disco. Se siente como un ensayo y como un jamming poderoso en el que el saxofón vuelve a ser protagonista. En los 9:20 minutos que dura Esperanzas, el piano y los teclados de Miguel Gallardo toman el papel protagónico.

En el CD no hacen falta las palabras: la música -por sí sola- logra transmitir emociones como la euforia, la tranquilidad y la nostalgia. Este álbum se encamina a ser uno de los mejores en la escena local: el buen rendimiento en vivo de la banda, verificado el fin de semana pasado en el festival Ecuador Jazz, será el motor de ventas. 

La variedad sonora que contiene el disco es de calidad. Todos los integrantes de la banda componen las canciones. En ellas delatan sus diferentes referentes e influencias que, unidas, se convierten en una fusión musical con mucho feeling. 

Lo interesante de esta banda  es que nunca se conoce el rumbo musical que tomará. Con la improvisación, propia del jazz, se cocinó un el primer álbum de la banda. Fue presentado el año pasado en Quito y se lanzará este viernes en Guayaquil.

Si el disco de Jazz The Roots fuese comida, sería de esas fusiones agridulces y exóticas que, a ratos, no se sabe muy bien qué es, pero que son exquisitas.  El primer LP de la banda es un indiscutible 10.  (CVC)
 
Jazz The Roots
 
Título:  Jazz The Roots

País:  Ecuador

Duración:  65:54 

Año:  2013

Productor:  Jazz The Roots

Géneros:  Jazz, funk, reggae, dance hall
Atlas, un disco que acurruca y conmueve
 
Sin mucho esfuerzo,  el disco Atlas, de Real Estate, conecta, conmueve y enamora. Las canciones, cargadas de emotivas letras, están adornadas con guitarras clásicas, eléctricas, reverberadas y acústicas. Son el soundtrack perfecto para un momento de melancolía.  Todo el disco canta a una relación amorosa tambaleante, que está a punto de morir. El larga duración es poco ambicioso. Tiene características de banda pequeña, nada comercial, de algún pub neoyorquino.

La desolación nunca sonó tan bien de la mano de la agrupación estadounidense. El indie rock -nítido y vibrante- escapa en temas como How Might I Live y Crime. Con Atlas, la banda pinta una atmósfera musical cálida. Las cuerdas de la guitarra de Matt Mondanile -limpias, tajantes-  son las protagonistas. En April’s Song, un tema instrumental, derrocha destreza, técnica y fluidez. La voz suave de Martin Courtney no atraviesa trasformaciones vocales exageradas. Es lineal, pero atractiva, como en The Bend y Navigator.

Atlas es el tercer disco de estudio de la banda  originaria de Ridgewood (Nueva Jersey) y formada en el año 2009. El recorrido sonoro, a través de 10 canciones, aterriza en una zona musical reconfortante y acurrucadora. Crea la misma sensación que The Velvet Underground causó con Pale Blue Eyes o Sunday Morning: tristeza lírica que no bajonea melódicamente. Canciones que hablan de nostalgia y de desamor, pero que no deprimen. Es el mejor disco, hasta ahora, producido por la banda. Un 10.  (CVC)
Alkaloides: un debut con un lo-fi sucio y pegajoso
 
El nuevo disco homónimo de la banda quiteña cuenta con 10 relatos cantados en los que Los Alkaloides recuerdan sus noches de fiesta, hablan de videojuegos y hasta de conexiones intergalácticas.

Nintendo abre la fiesta sonora. El primer tema engancha con synths ochenteros. Las voz con efectos distorsionados de Carlos Espinosa se burla de las armonías, de la afinación... Es, a ratos, un susurro, en otros, un grito muy punk. 

En Tal vez hoy en bici te vaya a ver hay mucha influencia de la banda de indie y synth pop The Drums. El bajo de José Vergelin encamina a la tonada. Los riffs envuelven. Los solos más potentes son los que escapan desde las guitarras de Leonardo Morales y Carlos Espinosa. Son los puntos altos de la melodía. 

Líneas en los cuadrados es ese tipo de canciones en las que las letras no tienen mucho sentido, pero sonoramente es convincente. En esta ocasión, el formato de banda de dos guitarras es muy The Strokes. Recuerda a ratos al álbum Angles de la banda neoyorquina. Es uno de los mejores temas del disco.

La batería de Nicolás Meneses se roba el show en 4D. Un tema movido en el que el lo-fi (low fidelity) hace de las suyas. Las capas sonoras están por todos lados. Guitarras, coros, un bajo, beats repetitivos hechos con sintetizadores...

El siguiente tema es uno de los sencillos promocionales del disco: Degenerar. Es una canción como para un after party rockero o para una noche fiestera con una sobrecarga de rebeldía. “Yo solo quiero, solo quiero, solo quiero degenerar”. Las letras son una resaca cantada, un tema que se siente como una fría madrugada quiteña. Se destacan también las guitarras y los silbidos ochenteros que le dan momentos de psicodelia. 

En Glándula pineal, las guitarras explotan, chocan entre sí. Están reverberadas, están juntas y revueltas. Vuelven a ser las protagonistas.

La séptima canción del disco canta a las películas de bajo presupuesto. Es indie rock en su máxima expresión. Los beats le dan un twist bastante contagioso. El coro es repetitivo, se siente como una fiesta punk en algún pub capitalino. 

Bacterias vivas se infiltra en el organismo como una epidemia punkera sumamente contagiosa. Es otro de los highlights del disco. El derroche de energía se siente. Los gritos rebeldes de Espinosa son súper punk rockeros. Los riffs son un flashback a los ochenta. Un solo poderoso de una de las guitarras marca el clímax del tema, golpea, contangia, envuelve. Y , como dice el verso final, a los Alkaloides no les da la gana de largarse de acá. 

La novena entrega musical es Ella viene del futuro. Con esta canción, la banda ganó notoriedad en el extranjero. Formaron parte del artículo 5 Ecuadorian Indie Bands to Keep an Eye On, publicado en el blog de Iggy, de MTV.

Es el tema más popero de todos. En la canción brillan los efectos sonoros desde el sintetizador, y los beats, siempre los beats.

En Terrazas la banda no trae mayor sorpresa. Es el tema más melancólico de todos. Los lamentos “uhh, uhhh, uhhh” lo hacen espiral. Pero, cuando todo parecía perdido, llegan desde el minuto 1:45 los solos del bajo y de las guitarras. Suben los ánimos y levantan a la canción.

El disco mantiene un hilo conductor claro. Es un debut convincente para una de las mejores propuestas de la escena independiente de la capital. Dentro de su estilo, la banda llegará a sacudir unas cuantas cabezas con su disco. (CVC)
 
Alkaloides:

Título: Alkaloides

Año: 2014

País: Ecuador

Producido por: Alkaloides

Masterizado por: Daniel Pasquel (La Increíble Sociedad)
El regreso espiral de los Black Keys
 
La banda de Ohio regresa a sus raíces blueseras con un rock más comercial. En Turn Blue, el dúo jugó también con la psicodelia.
 
Era 2001. En Akron, Ohio, los amigos de la infancia Patrick Carney (batería) y Dan Auerbach (guitarra, voz) se juntaron a tocar en clubes pequeños y a hacer grabaciones caseras de sus demos en el sótano. En ese mismo año se convirtieron en The Black Keys.

El nombre de la banda hace alusión a las teclas negras de los pianos en las que se tocan los acordes de blues. En la banda, la influencia de ese género es notable. Astros del country blues y juke joint blues como David Junior Kimbrough y Robert Johnson son los grandes referentes de Auerbach. El manejo de su voz carrasposa y potente lo delata.



Después de haberse consagrado como una de las mejores bandas del género en 2011 y 2012, las expectativas que generó su octavo disco no la dejaron en una situación fácil. Con Turn Blue, álbum que presentaron la semana pasada, los Black Keys tenían que lucirse. Y lo hicieron.

Si bien bajan las revoluciones rockeras, las raíces blueseras vuelven a florecer. Además llamaron a su viejo amigo “Danger Mouse”. Él coprodujo los 11 temas que conforman el disco y hasta tocó un par de instrumentos en algunas canciones. 

En el disco, Dan Auerbach ya no habla de las chicas sexies, ni muestra su vibrante personalidad como chico solitario o como alguien que ve oro en el techo. En Turn Blue es más introspectivo, más nostálgico... Hay canciones que cantan al desamor, como la que abre el disco: Weight of Love. Es uno de las mejores temas. Dura 6:51 y explora los terrenos de la psicodelia. Un solo punzante de guitarra llega desde el minuto 4:42. Es un abrebocas discográfico que engancha de primera. Seduce, deja con ganas de más...

Esa es quizás una de las estrategias que la banda aplicó: colocó sus mejores canciones de entrada. 

La segunda canción es In Time, le sigue la nostalgia de Turn Blue y su sencillo promocional: Fever. Este último se se siente como un recalentado de Sister o de Gold On The Ceiling. Es uno de los sonidos más comerciales y contagiosos que se encuentran en el álbum. Hay efectos de percusión electrónica y tecladitos con aires ochenteros que generan atmósferas repetitivas. Esa es otra de las características del LP: la repetición. Con los estribillos, los riffs eléctricos o con la perscusión, Turn Blue se convierte en un álbum espiral, como advierte su portada. Year In Review es la antesala a otro de los puntos altos del larga duración: Bullet In The Brain. Una guitarra acústica abre el viaje sonoro. La voz de Dan se combina con sonidos psicodélicos. En el minuto 1:12 entra con su guitarra a rockear. Los riffs son nostálgicos y poderosos. 

It’s Up To You es como un tema que se filtró desde Attack & Realease. En Waiting On Words, Auerbach juega con su voz. Es más suave, no se parece a nada que haya hecho en el pasado. 10 Lovers es puro rock and roll, se parece mucho a You’re The Only One. En In Our Time, la intro está decorada con un piano y la batería inconfundible de Patrick.

Gotta Get Away cierra la fiesta sonora. No trae mayor sorpresa. Se acerca más a un country rock suave, tiene aires western. Es un mal cierre para un buen disco. 

Turn Blue es su producción más madura. Su estilo de banda de garage se ha difuminado con el tiempo y ha mutado a algo más comercial. (CVC)
 
El crecimiento musical de una banda vigente:

Patrick y Dan lanzaron en 2002 su primer disco de estudio: The Big Come Up. Fue un debut sencillo en el que se encuentran perlitas casi desconocidas como Busted, Do The Rump y She Said, She Said. Este disco sería la base sobre la que la banda construiría su sonido.

Ellos se mantuvieron activos con producciones como Thickfreakness, Rubber Factory y Chulahoma. Hasta 2008 fueron esa banda de bajo perfil que daba conciertos en bares pequeños y salía de gira sin abandonar su zona de confort. Pero en Attack & Release subieron su potencia. Se arriesgaron en temas como Strange Times y Psychotic Girl. 

El éxito comercial llegó en 2010. El álbum Brothers incluyó temas como Tighten Up y Next Girl, éxitos rockeros que se comieron a los charts musicales.

Pero ese solo fue el comienzo. En 2011, el súper exitoso El Camino se abrió paso en la escena. Es, hasta el momento, uno de los mejores discos que ha producido la banda. El Grammy a Mejor Álbum de Rock lo confirma.

En el mundo musical se dice que detrás de todo gran álbum hay un gran productor. Brian Joseph Burton, “Danger Mouse”, estuvo detrás de todo el meollo. Él también se llevó un gramófono a Productor del Año.

Lonely Boy fue una de las canciones más aclamadas del disco . Ganó un Grammy a Mejor Presentación de Rock y a Mejor Canción de Rock.
 
Ficha:

Título: Turn Blue

Año: 2014

País: Estados Unidos

Sello: Nonesuch

Productores: Brian Joseph Burton “Danger Mouse” y The Black Keys

Duración: 45:09

Géneros: Blues rock, rock psicodélico, rock de garage
Lazaretto: el nocaut rockero de Jack White
 
El segundo disco como solista del ex White Stripes trae una combinación sonora que juega con los pianos barrel, el rock sucio y la nitidez de riffs enganchantes.
 
En 11 canciones, el rockero de Detroit Jack White demuestra que atrás quedaron los días en los que su solidez musical se contrastaba con la desprolijidad contagiosa de Meg White -desde la batería- en los White Stripes.

Jack sin Meg es extremadamente meticuloso, pulcro, sólido. Su segundo álbum como solista, Lazaretto, está cargado de blues rock y de temas reverberados, en los que presume su técnica y su habilidad con la guitarra. También -entre canción y canción- aparece un barrel piano, órganos, coros con toques folk. La constante y la que guía el recorrido sonoro es una guitarra electrizante, con muchos efectos, muchas distorsiones... 

El revoltoso viaje musical arranca con Three Woman. Líricamente, White se muestra como el rockero playboy al que le llueven las mujeres. Sonoramente, el tema es una experimentación con cuanto género estadounidense se le cruzó por el camino. Es la antesala a uno de los mejores temas del disco y que dio el nombre al álbum: Lazaretto.

Ese es como un tema ensayado en un garaje. Hay mucho del viejo Jack en él. Los chirridos de los riffs forman múltiples capas sonoras. Son punzantes, son eléctricos. El tema rockero fue producido por Danger Mouse.

Le siguen los acordes country de Temporary Ground. Es un tema liviano. Se aleja por un momento del desorden rockero que trae el resto del disco.

En Would You Fight For Love, White se muestra vulnerable. En las letras evidencia su temor a ser herido. Algo que choca con los solos espirales de piano y la fortaleza que él tiene detrás de las seis cuerdas de su guitarra. El tema sentimental es un abre bocas de otro de los puntos altos del disco: High Ball Stepper.

Aquí, White apuesta por hablar con los riffs de su guitarra; no hace falta nada más. El video de la canción es energético, subjetivo..., como el tema. 

En Just One Drink, White rasguña las cicatrices que le dejó el desamor. Es un tema sólido. Las melodías son limpias.

Cuando se pensaba que Jack White había dejado a un lado sus sentimientos de soledad y de desolación, llega Alone In My Home. Las letras se sienten como si hubiese desempolvado sus primeras composiciones en la adolescencia.

Habla del miedo, de la esperanza, de cómo -de a poco- sanó su corazón roto. Siempre con melodías rockeras que quitan dramatismo a la pieza.

En Entitlement repite la fórmula sonora: letras quejumbrosas con melodías pegajosas.

Casi al final del disco llega otra perlita oculta. That Black Bat Licorice está sobrecargada de riffs, de tonadas funky que suben los ánimos. 

I Think I Found The Culprit tiene letras vengativas acompañadas de un piano y una guitarra de palo, algo que se repite en Want and Able. Hay un piano de cantina encaminado por una guitarra relajada de palo. 

Lazaretto es una combinación entre el rock de garaje -sucio, improvisado- con la técnica que escapa desde la guitarra de White en el blues rock que ha pulido a lo largo de su trayectoria musical. El disco tiene identidad, se sostiene con puntos altos y bajos, algo que le da dinamismo y efervescencia sonora. (CVC)
 
Lazaretto:

País: Estados Unidos

Año: 2014

Sello: Third 

Man Records

Productor: Jack White

Duración: 39:13

Géneros: Blues rock, rock de garaje.
Lana del Rey regresa como un chica triste
 
Triste, sola, visceral... Ella volvió con Ultraviolence, su tercer disco de estudio. 

En él se juntó con el vocalista de los Black Keys, Dan Auerbach, como productor.
 
En 11 canciones, Del Rey echa vinagre a sus cicatrices del pasado. Lo hace con una voz nostálgica, bluesera, sentimental, suave y acurrucadora. 

Cruel Word abre el álbum. Tiene aires de blues. Es un lamento cantado en el que se cuelan -de vez en cuando- letras esperanzadoras. Lana habla de una relación que acabó, pero asegura que se siente cada vez mejor.

Le sigue la canción que dio el nombre al disco. En Ultraviolence, Lana del Rey se muestra como una femme fatale. Presume de su belleza y de su ira.

Shades Of Cool tiene una intro con múltiples capas sonoras. En un inicio se parece, sonoramente, a Born To Die. Luego entra una percusión suave que acompaña a los falsettes de Lana. Sus vibratos parecen la banda sonora de una película de Disney. 

Después llega Brooklyn Baby. En este, su voz es más suave. De nuevo habla de amor, de desamor... “I think I’m too cool to know ya”. 

Llega la mitad del disco y, con esta, el punto alto. West Coast es una canción espiral. Los riffs de guitarra y el estribillo se repiten una, dos, más de tres veces... El quiebre sonoro llega en el minuto 1:10. Tres acordes de guitarra son la antesala a un viaje psicodélico, sexy, repleto de efectos sonoros.

La tristeza nunca sonó tan bien de la mano de Sad Girl y de Pretty When You Cry. Canciones que reflejan el tono desolador de Ultraviolence. En Fucked My Way Up To The Top , Lana ruge: “This is my show”. Esta es una bofetada a los chismes que giran en torno a ella. Old Money se parece a Videogames. En este tema su voz se acompaña con un piano y un violín dramático. The Other Woman cierra el disco. Es como un tema triste escapado de un vinilo de los años sesenta.

Ultraviolence mantiene un concepto claro: es dream pop puro fusionado con letras melancólicas. Lana continúa en su zona de confort, pero haber dejado que Auerbach produjera su disco fue un acierto. (CVC)
 
Ficha:

Título: Ultraviolence

País: Estados Unidos

Año: 2014

Sello: Interscope

Productores: Dan Auerbach (The Black Keys), Paul Epworth y Lana del Rey

Género: Dream pop
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Reseñas disqueras y Rock N' Roll

Reseñas de discos que se publican los miércoles en el diario HOY. CVC soy yo. ¡Larga vida al rock and roll!

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