Julio Cortázar recibió por parte de la Ciudad de Buenos Aires diferentes homenajes: una plaza en el corazón de Palermo lleva su nombre. Sin embargo, otras iniciativas quedaron ocultas y olvidadas por todos. Hoy, vamos al rescate de una rayuela escondida.
El fin de semana amaneció nublado, un horizonte gris abierto hacia los cuatro puntos cardinales era todo el cielo que ofrecía el sábado. Sin embargo, por suerte para un paseador urbano, curioso innato, el sábado con su atmósfera emanando cierta nostalgia, sugería ir en la búsqueda de alguna perlita literaria. Puente, nostalgia, escritor son un combo perfecto para un día así y me aboqué a la tarea de ir tras las huellas en la ciudad de un tal Julio Cortázar. Me habían comentado que en la base de un puente del barrio de La Paternal lo habían homenajeado con una “rayuela”, que solo el ojo avizor podía descubrir porque lucía camuflada con la estructura de hormigón del puente.
No hay muchos puentes en el barrio de La Paternal, por ello fui directo al grano y enfilé la moto hasta Avenida San Martín al 3500. Allí, efectivamente, junto al puente que cruza el barrio, está el homenaje al escritor. Un poco decepcionado ante la vista del olvidado monumento, estacioné la moto para observar mejor. Ciertamente es una rayuela triste, ya que ningún niño la usa. Yace inerte al pie del puente, sin ninguna identificación. Emerge muda del asfalto y cuesta reconocer en ese puñado de adoquines un monumento- homenaje. La realidad, es que luce como una escalinata a ninguna parte.
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