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Libro Álbum / Illustrated Book

Ilustraciones + Diseño de Tapas e Interiores + Edición
Libro ilustrado basado en el texto "Julia y su Alma" de Albana Morosi
Trabajo práctico final de la materia Ilustración, Cátedra Roldán. Año 2013.
Carrera de Diseño Gráfico, Universidad de Buenos Aires.


• Julia y su alma
Por Albana Morosi

Aquel día que cuento el sol relumbraba
como un descubrimiento.
Hojas y cabellos encendían sus rayos,
perros y langostas, techos y caballos.
Claro que no todos gozaban del día,
su luz se volcaba sobre quien podía.
Julia en su casa, sola y apocada
como una mochila de una tonelada
cargaba su alma descuajeringada.
Igual que un río que trepa orillas
aquello crecía haciendo cosquillas.
Un no-sé-que triste, un ¡hay! que lastima,
pobre y diminuta con su nada encima,
sin ganas de hacer, yendo sin ir,
Julia empezaba a sufrir.
Como no encontraba cura a esos dolores
corrió en busca de su caja de colores.
Y sobre el blanco de un papel dibujó petunias,
dalias y un clavel.
Pintó pétalos rojo-anaranjados, azules-violetas,
rosas y morados.
Dejando sus centros bien despejados
a ver si esa molestia saltaba a ocuparlos.
Pero de Julia al papel nada saltó.
Y aunque llovía en tierras de su alma,
ni medio llanto lloró.
Dibujó un cielo plagado de nubes
con una flecha que indicaba el lugar
donde aquello que dolía podría aterrizar.
Pero de Julia al papel nada aterrizó.
Y como era una chica muy tenaz
no se dio por vencida así nomás.
Dibujó una alfombra voladora
con telescopio estelar
y brújula incandescente
por si su malestar perdía el oriente.
Junto a la alfombra dejó una nota instructiva:
“Señorita P Sadez:
si viaja en alfombra voladora
mire al cielo a cada hora
no distraiga su atención
vuele suave, largo, alto,
y no olvide ajustarse el cinturón.”
Pero como aquella molestia no era de las que vuelan,
no se voló.
Y Julia berreó y pataleó
hasta que algo nuevo se le ocurrió.
Buscó una pañoleta de la abuela
y cubrió su espalda a modo de hechicera.
De pie en el escalón de una escalerita
empuñó una aguja de tejer como barita.
Se concentró, lo más que pudo y pronunció:
¡Sinestrujín chaucitoaesa!
¡Ponle fin a mi tristeza¡
Pero muy a su pesar aquel pesar no se convirtió
ni desapareció.
Esta vez, cansada de intentar mejorar
Julia en un suspiró se puso a cantar.
Cantó y cantó como nunca en su vida.
Y de tanto canto el malestar se olvida.
Liviana y vacía de lo que entristecía
el alma de Julia ya no fue mochila.
Aquel día que cuento Julia creyó comprender
algo muy importante,
aunque después se olvidó.
Y a mí, contar este cuento
me desentristeció.





 
Ilustración - Cátedra Roldán
FADU UBA 2013
Libro Álbum / Illustrated Book
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Libro Album, TP Ilustración - Cátedra Roldán

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