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Una mano que se mueve es una mano que grita. Que grita, que baila, que incomoda, que choca, que abraza, que fluye, que se mezcla, que brinca, que juega, que ordena, que desordena, que reclama, que cuida, que protesta, que reconoce, que enlaza, que ama, que busca, que abre, que canta, que llama, que perdona, que sueña, que vive, que extraña, que acerca, que enseña, que mira, que recuerda, que ríe, que piensa, que toca, que camina, que corre, que aprende, que habla. Pero, ¿quién escucha a esa mano?
Once pares de manos son una familia. El fútbol es una conversación. Tú me das y yo te doy. Y más que con los pies, el fútbol se juega con las manos. ¿Quieres probar? Suelta tus manos. Aléjalas del teclado, de la sucia pantalla o cualquier otra superficie digital que se empeña en atraparlas. Mira tus manos. Mueve tus dedos lentamente. El pulgar, el índice, el dedo medio, el anular y el meñique. ¿Duele? Solo siente. Cuando quieras seguir con estas palabras, regresa únicamente tu mirada, mantén alejadas tus manos y continúa moviéndolas. Mientras, leamos en silencio.
En el 2019, la Selección Nacional Mexicana de Fútbol para Deportistas Sordos consiguió el tercer lugar en la Eliminatoria Región América que se disputó en Chile, asegurando así su participación en los dos torneos internacionales más importantes: los Juegos Sordolímpicos y la Copa Mundial de Fútbol para Sordos. Debido a la pandemia de la COVID-19, ambos torneos fueron aplazados. Ahora, a menos de un año de que se dé el pitido —o el banderazo— inicial, revisamos la historia del deporte adaptado, analizamos el panorama del fútbol para personas sordas en México, y chocamos las manos con dos integrantes de la Selección Nacional de Fútbol para Sordos: el capitán, Alex Hinojosa, y el Auxiliar Técnico, José Manuel Rodríguez. Una guía para empezar a mover nuestras manos y escuchar a aquellas que nos hablan.
