Canaima desde su gente. En el fin del mundo.
En medio de la nada se levanta una casa apenas bajas de la curiara. Cuando la ves la primera vez es como ver una casa en el fin del mundo, o el comienzo de este.
Dentro de la casa de latón se encuentran 5 niños sentados, al lado derecho un señor cortando con una navaja el bambú y al lado izquierdo uno de los más grandes tejiendo con fuerza para hacer un patrón con lo antes cortado. Mientras habla en su dialecto, responde con calma las preguntas.
Tarda alrededor de dos días en hacer una cesta, apenas cuestan $10 y sobrevive de los turistas haciendo el mismo camino que nosotras. Todos son sus hijos, menos una niña que se queda mirándome de frente.
En medio de la gran inmensidad, entre río y selva, de fondo con un Tepuy imponente y con el calor húmedo sigue cortando el bambú, enseñando a los más pequeños. Su herencia es el trabajo manual que pueda enseñarles, su dialecto y sus rasgos.
En el fin del mundo o el comienzo de este se encuentra este señor, con sus hijos, con sus nietos, frente al río, haciendo cestas.
