Popocatépetl a su regreso de la batalla se entera del terrible suceso. Deambuló por las calles varios días hasta que decidió honrar su amor y que el recuerdo de la princesa permaneciera en el pueblo por mucho tiempo.
Mandó construir una gran tumba bajo el Sol, amontonando 10 cerros y formar una gran montaña. Popocatépetl toma en sus brazos a la princesa y la lleva hasta la cima, la recuesta y se despide de ella con un beso póstumo Tomó su antorcha y se retira para colocarse a distancia frente a ella de rodillas y velar así su amor eterno.
Desde entonces permanecen juntos, uno frente al otro. El paso de los años ha cubierto sus cuerpos convirtiéndolos en dos enormes volcanes que seguirán por siempre.
Se dice que cuando el guerrero Popocatépetl recuerda a su amada, su corazón que guarda el fuego de la pasión, tiembla y su antorcha echa humo. Por ello hasta hoy en día, el volcán Popocatépetl continúa arrojando fumarolas.