Canción del cuento:
Cación creada para el COVID-19:
El mar, nunca pensé que viviría lejos de él. Nací en un pueblo costero del país vasco, Zumaia. Recuerdo subir la cuesta de Itzurun y tener la recompensa al terminarla de ver el mar. Al poco nos mudamos a Donosti con sus tres playas. Toda mi vida he sentido esa atracción por él. Su olor, su humedad, su color…  ahora vivo en Madrid y sí, lo extraño cada día. Quizás esté conectada a él de alguna forma. Porque un día sentí la necesidad de ayudarle.
La ballena Llena es un cuento ilustrado que trata sobre una ballena que está llena de plásticos y está enferma. Decide pedir ayuda a Lola, una niña que tiene la solución, con 5 sencillos pasos sabe cómo reducir el uso de plásticos.
Este es el proyecto que decidí emprender hace algo más de un año. Desde entonces Lola y Llena han pasado a ser mis aliadas para expandir el mensaje de cuidar nuestro planeta y nuestros mares.
Difundir este mensaje es difícil, ya no impacta en nosotros. Pasan los días, los meses y los años y todo sigue igual; hablamos y hablamos pero pensamos que poco se puede hacer, que los gobiernos no se implican, que el dinero no se destina a la limpieza y la conservación de playas, bosques o ciudades y se diluye en gastos que a su vez, siguen el ciclo de la destrucción mundial.
Vemos vídeos sobre playas y costas infestadas de plásticos, animales marinos enfermos atrapados entre esa basura, pero seguimos comprado en grandes superficies de alimentación en las que el plástico llena las estanterías, los congeladores y las cámaras frigoríficas.
Nos excusamos en un “no tengo tiempo”, “he de hacer la compra rápida y cómodamente”, “¿por qué he de reciclar?, se tiene que ocupar el gobierno”…
Y no nos damos cuenta de que el tiempo pasa. De momento los cambios no se notan tanto. El clima… vaya, está revuelto. Los índices de contaminación ambiental son muy altos, pero se puede respirar… El pescado contiene microplásticos en su carne y nosotros lo ingerimos, pero algo hay que comer, no notamos ningún desajuste en nuestro organismo, así que…
El reloj corre y aunque la destrucción absoluta no es perceptible, el daño en mares, bosques y ciudades, va a afectar a nuestros hijos si no tomamos parte ya, en la recuperación del planeta.
Tenemos la mejor arma para combatir esta destrucción aparentemente imparable. ELLOS.
Nuestros hijos son fuertes y sanos, sus capacidades están desarrollándose y su entendimiento supera por mucho el nuestro, puesto que no está malogrado con intereses económicos o de poder.
Tenemos un potencial en las escuelas y en los hogares del que no hacemos uso y ellos están pidiendo a gritos que les demos los instrumentos. Ellos, seguro que ponen las ideas.
Hagamos una puesta en común de la situación, démosles la confianza que necesitan para sentirse creativos, confiemos en ellos y que ellos lo sepan y... Dejémosles que nos den sus ideas. Seguro que nos sorprenden. 
Podemos abrirles la oportunidad de educarnos a nosotros. Ellos tienen la capacidad de cambiar a los mayores, puesto que muchas veces no nos damos cuenta de lo que tenemos delante hasta que ellos nos lo narran. Les gusta jugar a ser héroes y lo bueno de esto es que se convierten en héroes de verdad.
Porque a través de una educación basada en el cuidado de nuestro planeta, conseguiremos que los niños de hoy lleguen a ser adultos responsables, adultos que no pondrán excusas, adultos que harán cambiar las políticas de los supermercados y marcas incluso desde dentro. 
Tal y como nos cuenta el cuento de la ballena Llena, quizás con una educación así conseguiremos librar el mar de tanta basura. Ese mar que me pidió ayuda un día.
Paloma Gajate.
Cuento
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